¿Quién financia el agronegocio en Brasil? ¡La verdad te sorprenderá! A pesar del mito del apoyo estatal, son los propios productores y el crédito privado los que sostienen al sector. Con tasas de interés muy altas y poca asistencia gubernamental, la producción rural enfrenta serios desafíos.
O Agroindustria brasileña, reconocido como uno de los pilares de la economía nacional, mueve miles de millones y genera una porción importante del PIB del país.
Sin embargo, contrariamente a la narrativa popular, que sugiere un gran apoyo gubernamental, la realidad es bastante diferente.
Quienes realmente financian la producción rural en Brasil son los propios productores y el crédito privado., una verdad que está lejos de ser percibida por gran parte de la población.
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La escasez de recursos públicos dirigidos a la agricultura brasileña está directamente relacionada al impacto que esto tiene en los bolsillos de los consumidores. Pero ¿por qué ocurre esto y cómo afecta a la economía del país?
Poco apoyo gubernamental: Brasil está en el último lugar en subsidios agrícolas
Según un artículo publicado por Jean Gonçalves y Kamila Souza, del despacho de abogados João Domingos Advogados, en el portal Comprar Rural, Los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) muestran que Brasil ocupa la última posición en una lista de 20 países en lo que respecta a porcentaje de subsidios gubernamentales destinados a la agricultura.
Países como Islandia, Noruega, Corea del Sur y Japón destinaron grandes porcentajes de sus presupuestos al sector agrícola, oscilando entre el 37% y el 58%.
En Brasil, este valor es de sólo el 3%, lo que muestra la falta de incentivos del gobierno federal a la agricultura.
Estos datos son cruciales para comprender la base del financiamiento agrícola brasileño: recursos privados.
Esto significa que los productores, por sí solos, son responsables de recaudar la mayor parte del dinero necesario para sostener la producción rural del país.
¿Cómo financian los productores rurales la agricultura?
Según la Asociación Nacional de Distribuidores de Insumos Agropecuarios y Veterinarios (ANDAV), El 40% del financiamiento agrícola en Brasil proviene de proveedores de insumos.
Sólo el 7% proviene de la banca pública, lo que representa una cantidad irrisoria en comparación con las necesidades del sector.
Para compensar este déficit, los agricultores recurren a alternativas como Certificado de Productor Rural (CPR), ya que Cartas de crédito para agronegocios (LCA), los Certificados de Derechos de Crédito Agroindustrial (CDCA) y los Fondos de Inversión en Cadenas Agroindustriales (Fiagros).
Estas herramientas son esenciales para garantizar la viabilidad económica del sector, aunque también representan una elevada carga financiera.
Uno de los principales problemas que permea este escenario es el elevado coste del financiamiento privado.
Los productores se enfrentan a tasas de interés que oscilan entre el 25% y el 35% anual., lo que aumenta considerablemente el costo de los cultivos y perjudica la competitividad del sector en el mercado global.
El Plan Safra y sus limitaciones
Aunque Brasil cuenta con un programa enfocado en el financiamiento agrícola, la Plan de Cosecha, la realidad es que sólo cubre una fracción del costo total de la cosecha.
Sólo el 25% del monto necesario para una cosecha en Brasil está cubierto por el Plan Safra, lo que deja el resto del financiamiento en manos de los productores rurales y el crédito privado.
En 2020, el mercado de crédito rural movió cerca de R$ 700 mil millones, pero Sólo un tercio de esta cantidad provino de fuentes públicas y privadasEl resto será financiado directamente por los agricultores y la industria de insumos.
Préstamos con altos intereses: un desafío para los productores
Este elevado costo de financiamiento impacta directamente en la producción agrícola del país, haciendo la actividad menos rentable y más riesgosa.
Con tasas de interés exorbitantes, muchos productores rurales enfrentan dificultades para seguir siendo competitivos en el mercado, especialmente cuando se compara con otros países que reciben un apoyo gubernamental más sustancial.
Además, otro problema recurrente son las prácticas abusivas en el sector, como venta de corbatas.
En muchos casos, se exige a los productores comprar productos o servicios adicionales como condición para obtener financiamiento, lo que agrava aún más la situación financiera de los agricultores.
Burocracia y desafíos en el acceso al crédito rural
A burocracia excesiva También es uno de los mayores obstáculos para los productores rurales de Brasil.
Según una encuesta realizada por la Confederación Brasileña de Agricultura y Ganadería (CNA) y el Servicio Nacional de Aprendizaje Rural (Senar), más de El 38% de los productores nunca ha solicitado crédito rural, y la mayoría enfrenta dificultades para acceder a las líneas de crédito disponibles.
Los principales obstáculos incluyen la demora en la liberación del crédito, las garantías requeridas y la rigurosa evaluación de la capacidad de endeudamiento.
La realidad del crédito rural en Brasil
Es mucho más complejo de lo que mucha gente imagina., y el actual sistema de financiamiento no ha sido eficaz para garantizar la sostenibilidad del sector.
Con la caída del número de operaciones de crédito y la disminución de los montos liberadosLa situación se torna cada vez más difícil para quienes dependen del agronegocio para generar riqueza y empleo en el país.
Agricultura brasileña: resiliente, ¿pero por cuánto tiempo?
A pesar de este desafiante escenario, el agronegocio sigue siendo el locomotora de la economía brasileña, manteniendo un superávit comercial y garantizando el abastecimiento interno.
Sin embargo, El coste del financiamiento privado y la falta de apoyo gubernamental significan que los productores están cada vez más sobrecargados..
La competitividad del sector está en juego y se ve comprometida la capacidad de crecimiento sostenible..
Si Brasil quiere seguir siendo competitivo en el mercado global
Es necesario repensar las políticas de financiación agrícola.
El país necesita una reforma estructurada y urgente de sus políticas de subsidios agrícolas, para que los productores puedan contar realmente con el apoyo del Estado.
La agricultura brasileña sobrevive, pero ¿hasta cuándo podrá seguir sustentando sola un sector que representa casi el 25% del PIB nacional?
La respuesta a esta pregunta dependerá de las decisiones que tomen los gobiernos respecto al futuro de las finanzas agrícolas.