Los arqueólogos estudian cómo los antiguos ingenieros movieron piedras gigantescas, comparables al peso de dos Boeing 747, para construir un impresionante monumento.
Con una historia que se remonta a 5.600 años, el dolmen de menga, Situado en el sur de España, es un impresionante monumento que desafía la comprensión. moderno sobre las capacidades de los ingenieros neolíticos.
Este monumento megalítico está formado por 32 piedras colosales, cada una de ellas muchas veces más grande que las utilizadas en Stonehenge, otra maravilla icónica de la Edad de Piedra.
La mayor de estas piedras pesa aproximadamente 150 toneladas métricas, el equivalente al peso de una ballena azul. En total, el conjunto de megalitos pesa la impresionante cifra de 1.140 toneladas.
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"A menudo les digo a mis alumnos que el peso total supera el de dos aviones Boeing 747 cargados de combustible y pasajeros.s”, explica Leonardo García Sanjuán, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Sevilla y coautor de un estudio reciente sobre el monumento.
La investigación, publicada en la revista Science Advances, presenta los avances tecnológicos sorprendentemente sofisticados utilizados para construir el dolmen.
Precisión milimétrica e ingeniería sofisticada
El Dolmen de Menga tiene unas dimensiones impresionantes: 25 metros de largo y 5 metros de ancho en su parte más ancha.
El estudio reveló que las piedras verticales que formaban las paredes del monumento estaban cuidadosamente inclinadas en un ángulo uniforme de 84 a 85 grados, haciendo que el techo fuera más estrecho que el suelo.
Esta precisión requirió herramientas como niveles de plomada y escuadras, demostrando un conocimiento avanzado de geometría.
Mike Parker-Pearson, profesor del University College London, destacó que “la precisión de los ángulos es milimétrica”, comparando la disposición de las piedras con la de un rompecabezas. Tetris.
Cada piedra fue ajustada para sostener a las demás, formando una estructura cohesiva. Un detalle revelador del estudio muestra que las piedras verticales estaban incrustadas en el suelo hasta un tercio de su altura, probablemente resultado del uso de contrapesos para garantizar la estabilidad.
Construcción en etapas complejas
Para construir el dolmen, los ingenieros neolíticos siguieron un proceso organizado por etapas. Primero, excavaron moldes profundos para los menhires, utilizando contrapesos para levantarlos. Luego, colocaron cinco enormes piedras de remate en el techo, transformando la estructura en una cámara cerrada. Finalmente, se talló la roca interior para formar el espacio interior deseado.
Una vez terminada la estructura, el monumento se cubrió con un montículo de tierra. Esta cubierta no sólo protegía la cámara del frío y la humedad, sino que también proporcionaba soporte adicional, funcionando como una camisa de fuerza para aumentar la estabilidad.
Propósito y significado
Aunque no se comprende completamente la función exacta del Dolmen de Menga, se cree que sirvió como templo y tumba. Se han encontrado pocos restos arqueológicos en el sitio, pero su construcción robusta sugiere un deseo de permanencia.
Según Parker-Pearson, estos monumentos de piedra a menudo se asociaban con la idea de la eternidad, albergando a los muertos y conectando a los vivos con los antepasados.
Otro aspecto es la resistencia del dolmen a las actividades sísmicas. Ubicado en una región sísmicamente activa, el monumento fue diseñado para resistir posibles terremotos, demostrando el conocimiento geológico de sus constructores.
Transportando piedras gigantes
Una pregunta intrigante es cómo los ingenieros neolíticos transportaban piedras tan enormes. Investigaciones recientes han identificado una cantera a unos 850 metros del monumento como origen de las piedras. La topografía favorable permitió que las piedras descendieran por una suave pendiente.
Los investigadores sugieren que los constructores crearon un camino rudimentario para minimizar la fricción, utilizando postes de madera o tablones espaciados en el suelo. Las piedras fueron transportadas en trineos de madera tirados por grandes cuerdas.
La orientación precisa del monumento también sugiere que la construcción fue planificada meticulosamente, con los ejes de las piedras alineados a lo largo de un camino descendente.
ciencia neolítica
El estudio del Dolmen de Menga ofrece una visión fascinante de la ciencia neolítica. A pesar de vivir en una época en la que las herramientas eran de piedra y no existía el lenguaje escrito, estas personas demostraron un profundo conocimiento de la física, la geometría y la geología.
García Sanjuán destacó: “Estas personas entendían las propiedades de las rocas y los principios de fricción y ángulos. Esto es ciencia pura”.
En un contexto donde la agricultura apenas comenzaba a consolidarse, el Dolmen de Menga destaca como un ejemplo de genialidad creativa y avance tecnológico. Según García Sanjuán, “Un ingeniero moderno probablemente no sería capaz de replicar esta estructura con recursos que existían hace 6.000 años..
Esta obra monumental sigue siendo una de las mayores maravillas de la ingeniería neolítica y perpetúa un legado que continúa inspirando e intrigando a investigadores e historiadores de todo el mundo.