El controvertido plan de Bill Gates pretende bloquear parte de la luz solar para frenar el calentamiento global – Comprenda los riesgos y costes
En los últimos años hemos sido testigos de la intensificación de los esfuerzos para combatir el calentamiento global, pero las soluciones tradicionales – como la reducción de las emisiones de carbono – Algunos consideran que son insuficientes ante la emergencia. clima. En el centro de la última controversia se encuentra la geoingeniería solar, un concepto de manipulación climática que tiene como objetivo enfriar artificialmente el planeta.
Empresas tecnológicas y emprendedores de Silicon Valley, como startups hacer puestas de sol, están tomando iniciativas audaces para implementar estas técnicas, pero los riesgos involucrados son tan grandes como las promesas. Después de todo, ¿es la geoingeniería solar la solución definitiva al calentamiento global o estamos jugando con fuerzas que pueden traer consecuencias impredecibles y devastadoras?
¿Qué es la geoingeniería solar?
La geoingeniería solar es un campo de investigación que tiene como objetivo manipular el clima del planeta reflejando la radiación solar hacia el espacio, con el objetivo de reducir las temperaturas globales. La técnica más conocida y más debatida es “inyección de aerosol estratosférico” (SAI), donde partículas, como el sulfato, se liberan a la estratosfera para reflejar la luz solar.
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Este enfoque se inspira en los efectos de grandes erupciones volcánicas, como la del Monte Pinatubo en 1991, que se produjo en un enfriamiento temporal de la Tierra.
Sin embargo, lo que alguna vez fue una teoría científica ahora se ha convertido en un campo de pruebas para nuevas empresas financiadas con capital de riesgo. Empresas como Make Sunsets, respaldadas por grandes nombres tecnológicos como el fundador de Microsoft, Bill Gates, y el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, ya están lanzando globos de aerosol en México.
La idea es vender “créditos de refrigeración” a empresas que quieran compensar sus emisiones de carbono, ofreciéndoles una solución rápida e innovadora para combatir el calentamiento global. ¿Pero es segura esta innovación? Los expertos están divididos.
Los peligros y las incertidumbres
Los críticos de la geoingeniería solar señalan las consecuencias dañinas catastróficas e impredecibles de estos técnicas. Investigadores de diferentes áreas advierten que la manipulación climática puede resultar en sequías regionales, malas cosechas e incluso cambios en las corrientes atmosféricas que afectan el clima a nivel global.
Adrián Hindes, investigador de Universidad Nacional Australiana, explica que los esfuerzos de Make Sunsets, por ejemplo, están muy lejos de alcanzar una escala capaz de impactar significativamente el clima global.
Aun así, no descartó la posibilidad de que, en el futuro, experimentos como estos puedan provocar cambios locales en el clima que afecten a la agricultura y disponibilidad de agua.
Otro crítico es el Dr. Shuchi Talati de la American University, quien ve el modelo de negocio de Make Sunsets como un “forma especulativa de 'crédito basura''”. Según él, la venta de créditos de refrigeración puede no tener el efecto práctico deseado, además de fomentar una falsa sensación de seguridad entre las empresas que compran estos créditos.
Para Talati y otros, la implementación de técnicas de geoingeniería debería estar altamente controlada y regulada, con una gobernanza internacional sólida. Pero, con las empresas privadas liderando el movimiento, esto parece estar lejos de suceder.
Experiencias reales y lecciones pasadas.
Para comprender mejor el impacto potencial de la geoingeniería solar, vale la pena mirar experimentos pasados y ejemplos del mundo real. En 2021, un proyecto apoyado por Bill Gates intentó lanzar un globo cargado con polvo de tiza a la estratosfera, en la ciudad sueca de Kiruna. La idea era probar la dispersión de partículas para reflejar la luz solar.
Sin embargo, después de años de críticas y preocupaciones éticas, la Universidad de Harvard cerró el proyecto. Aunque hubo interés académico, quedó claro que el público y las autoridades no estaban dispuestos a aceptar tales experimentos, especialmente sin una comprensión completa de sus riesgos.
La apuesta de las élites tecnológicas
No sorprende que figuras de Silicon Valley estén invirtiendo en geoingeniería solar. La tecnología atrae a quienes creen en la capacidad de la innovación y el mercado para resolver problemas globales. Pero este enfoque simplista no puede ignorar la complejidad de los ecosistemas y el impacto en las comunidades locales y los países vulnerables.
Por ejemplo, la Secretaría de Medio Ambiente de México criticó duramente a Make Sunsets por realizar experimentos sin autorización del gobierno mexicano. Este tipo de comportamiento plantea dudas sobre la ética y la responsabilidad de las empresas de tecnología a la hora de abordar cuestiones globales.
Reflexiones finales: ¿es la geoingeniería solar una solución?
A medida que avanza el calentamiento global, es comprensible que se exploren nuevas soluciones, pero ¿hasta qué punto estamos comprometidos a aceptar los riesgos de la geoingeniería solar? Expertos como el Dr. David Kitchen nos recuerdan que estas técnicas son sólo soluciones provisionales, diseñadas para mitigar temporalmente los síntomas del cambio climático, pero no sus causas.
Afirma que las soluciones basadas en geoingeniería reflejan nuestro fracaso a la hora de abordar el problema real: la necesidad urgente de reducir las emisiones de carbono y la transición a una economía sostenible.
En última instancia, la geoingeniería solar no resuelve problemas fundamentales como la acidificación de los océanos, que amenaza a los ecosistemas marinos. Como ha señalado el químico Frank Keutsch de la Universidad de Harvard, estas tecnologías necesarias se consideran un último recurso para evitar escenarios de calentamiento catastróficos, no como una solución permanente.
El profesor Stuart Haszeldine comparó la geoingeniería con una droga adictiva: una vez que empezamos, no podemos parar. Esta metáfora capta la esencia de la incertidumbre y la dependencia en la que pensamos cuando manipulamos el clima del planeta.