Brasil lidera el ranking de gasto en servidores y proporciona una amplia estabilidad, superando incluso a los países desarrollados. Entre críticas y resistencias políticas, los expertos debaten la urgente necesidad de reformas que hagan más eficiente el sistema.
Con el gasto más alto del mundo en servicios públicos y un sistema que ofrece amplia estabilidad para una variedad de puestos, Brasil ocupa una posición única e intrigante en el escenario global.
Mientras que la mayoría de los países desarrollados siguen un modelo más flexible, donde la estabilidad laboral es un privilegio restringido a algunas carreras específicas, como jueces y policías, Brasil aplica esta protección a una variedad de puestos, desde maestros y enfermeras hasta funciones administrativas.
Este sistema genera acalorados debates y plantea la pregunta: ¿este modelo sigue siendo sostenible?
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El peso de la estabilidad en Brasil
Cerca de El 65% de los servidores públicos brasileños tiene estabilidad, porcentaje que contrasta marcadamente con el de países como Suecia, Alemania y Reino Unido, donde la estabilidad se concede sólo a una pequeña parte de los empleados con “poder estatal”, es decir, aquellos que ocupan puestos esenciales para la estructura de gobierno.
De acuerdo con un Encuesta de Folha de S. Pablo, acerca de 12,1 millones de brasileños ocupan cargos públicos, la mayoría de las cuales son estatutarias, regidas por la Estatuto del Servidor Público Federal (Ley 8.112/90), con una fuerte protección contra los despidos y ventajas específicas, como licencias retribuidas y ascensos automáticos.
Según una investigación del Ministério do Trabalho e Emprego, mientras que países como Francia Tienen un modelo similar al brasileño, con mayor estabilidad que en otros lugares, pero el número de servidores con este beneficio es menor y con ventajas limitadas.
En muchas de estas naciones, cuando el presupuesto necesita ajustes o hay cambios en las funciones ofrecidas por el gobierno, despedir empleados se convierte en una opción, una posibilidad que es casi inexistente en Brasil.
El “fuera de la curva” de beneficios
Para Humberto Falcão, especialista en gestión pública de Fundación Dom Cabral, el modelo brasileño es un “caso atípico” cuando se trata de estabilidad en el sector público.
Sostiene que la protección podría restringirse a algunas funciones esenciales, pero no a todas. profesores universitarios, por ejemplo, a menudo se citan como posiciones que podrían operar bajo un régimen más cercano al del sector privado, sin una estabilidad absoluta.
Según Falcão, esta discusión choca con el factor político y la resistencia de sectores que buscan mantener intactos esos privilegios.
Además de la estabilidad, los servidores públicos brasileños tienen sus propios planes de pensiones, distintos del INSS, que aseguran condiciones más ventajosas.
Esto incluye beneficios como licencias extendidas y progresiones profesionales automáticas, incluso sin una evaluación efectiva del desempeño, lo que pone de relieve una falta de control de calidad en algunas funciones.
Estancamientos en la reforma administrativa
El intento de ajustar este sistema no es nuevo. En 1998, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, el entonces ministro Luiz Carlos Bresser-Pereira lideró una reforma que tenía como objetivo limitar la estabilidad a las carreras con “poder del Estado”.
Sin embargo, según Bresser-Pereira, las propuestas fueron bloqueadas por el “corporativismo” de categorías que defendían el mantenimiento de ventajas para el sector público en general.
Este escenario persiste hasta el día de hoy, con proyectos como la regulación de evaluación del desempeño, archivado en el Congreso durante más de dos décadas.
Según un estudio de Folha de S. Paulo, todavía existe un obstáculo considerable para despedir empleados por mal desempeño o infracciones graves: La tasa de despidos es extremadamente baja.
En 2015, por ejemplo, sólo el 0,1% de los servidores fue despedido por motivos disciplinarios o por no desempeñar adecuadamente sus funciones, según se detalla en el estudio “La Reforma de Recursos Humanos del Gobierno Federal”, realizado por Ana Carla Abrão, Arminio Fraga y Carlos Ari Sundfeld.
Estructura comparativa de gastos.
El gasto en servicios públicos en Brasil equivale a 8,9% del Producto Interno Bruto (PIB), una cifra considerable en comparación con otros países.
Datos de Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran que, entre nueve países analizados, sólo Sudáfrica (12,6%) y Suecia (10,4%) tienen proporciones más altas.
En cambio, países latinoamericanos como Chile (6,8%), Colombia (5,6%) y México (3,8%), gastar menos, adoptar estructuras de contratación más flexibles y un menor número de empleados estables.
Si bien Brasil tiene un número menor de servidores públicos en relación al número total de ocupados y a su población en comparación con otros países, los elevados gastos reflejan el peso de las garantías otorgadas a los servidores públicos.
Segundo daniel duque, desde el Centro de Liderazgo Público, la falta de flexibilidad en el sector público brasileño dificulta la posibilidad de redistribuir los empleados de acuerdo con las demandas de cada área.
“Con el envejecimiento de la población necesitaremos más médicos y enfermeras y menos profesores”, apunta Duque, alertando de la rigidez en la gestión del personal.
Los impactos de la estabilidad en el servicio público
Para muchos expertos, el régimen de estabilidad en Brasil limita la eficiencia e innovación dentro del servicio público.
Bruno Carazza, autor de “El país de los privilegios”, sostiene que Brasil podría avanzar con una reforma administrativa que haría las carreras menos burocráticas y más alineadas con las necesidades reales de la población.
“Es fundamental evaluar el impacto de la tecnología, mapear carreras y hacer ajustes para evitar nuevas contrataciones innecesarias”, afirma.
Como el Banco Mundial, aunque los salarios en el servicio público brasileño son altos en comparación con los del sector privado nacional, son globalmente competitivos sólo en ciertas áreas.
Los mayores rendimientos se concentran en Judicial y ningún legislativo federal, mientras que los salarios más bajos se encuentran en cargos municipales, que atienden directamente a la población, como maestros y trabajadores sociales.
En los municipios, la mayoría de los empleados reciben menos de 5.000 reales por mes, mientras que en el gobierno federal, los ingresos pueden exceder R $ 15 mil.
La necesidad de ajustes y resistencia interna.
Ya se han iniciado algunos cambios. En los últimos años, estados y municipios Se ha buscado reducir el número de puestos estables, aumentando la contratación temporal y por encargo, lo que ha reducido el gasto en funcionarios.
El Ministerio de Gestión e Innovación en los Servicios Públicos también anunció planes para revisar 250 mesas de pago y más que 300 grupos profesionales, en busca de una estructura más racional y ajustada a las necesidades.
Sin embargo, la cuestión de la estabilidad sigue siendo compleja. Gabriela Lotta, investigador de la Fundação Getúlio Vargas, sostiene que, si bien algunas carreras deberían mantener la estabilidad como protección contra la presión política, otras podrían adoptar regímenes más flexibles.
Cita ejemplos de auditores fiscales y agentes ambientales que, bajo fuerte presión gubernamental, aseguraron que el cumplimiento de la ley prevaleciera en casos emblemáticos, como las restricciones ambientales durante el gobierno de Bolsonaro.
La discusión sobre la plena estabilidad en Brasil aún se encuentra en una etapa temprana, especialmente si se compara con otras naciones donde se han implementado profundas reformas para aumentar la eficiencia y flexibilidad del sector público.
Sin embargo, existen dudas sobre la viabilidad de un cambio integral en un contexto marcado por la resistencia política y corporativista.
Reforma administrativa, ¿un camino posible?
Brasil se encuentra en un punto muerto sobre el futuro de la tenencia de los funcionarios públicos y las perspectivas de reforma enfrentan una resistencia significativa.
Con un sector público robusto y una estructura de estabilidad que destaca a nivel global, el país avanza hacia un debate imprescindible para ajustar las carreras a las demandas actuales de la población.
¿Podrá Brasil reestructurar el servicio público de manera que equilibre la seguridad laboral con la eficiencia y flexibilidad administrativas? ¡Deja tu comentario!
La estabilidad será necesaria hasta que la sociedad ya no elija a malditos sinvergüenzas. Una de las primeras medidas de Bolsonaro fue trasladar al interior de Piauí al gerente ambiental del Ibama que lo multó por pesca ilegal. Si no hubiera tenido estabilidad, habría sido despedido, así como todos los empleados del Inpe, que supervisaban los incendios, habrían corrido la misma suerte. El loco también habría destruido el Ministerio de Salud y las universidades. El lema de gente así es “lo que no es para mí es contra mí”, una distorsión del original bíblico “lo que NO ES CONTRA NOSOTROS es para nosotros” (Marcos, 9).
En Brasil, el acoso moral es común en los cargos públicos, quitar la estabilidad sólo ayudará a que el desorden continúe. Aquí en Manaos, lo que se necesita dinero público no son los empleados estatutarios, lo que se necesita es una subcontratación excesivamente cara y ningún proceso de licitación.