Con el regreso de Trump a la Casa Blanca, China enfrenta temores de nuevos aranceles, intenta proteger su frágil economía y busca renovar los lazos diplomáticos para evitar que se repita la guerra comercial que sacudió al mundo.
Las relaciones entre China y Estados Unidos nunca han sido sencillas, pero el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha traído una mezcla de esperanza y preocupación en Beijing. ¿La razón? Una historia reciente llena de tensiones comerciales y diplomáticas, pero también marcada por oportunidades de cooperación.
Un pasado de conflictos y esperanzas renovadas
Cuando Trump asumió el cargo por primera vez, la consiguiente guerra comercial generó una abismo entre los dos economías más grandes del mundo. Los aranceles sobre más de 300 mil millones de dólares en productos chinos no sólo han impactado las exportaciones, sino que también han alimentado un clima de incertidumbre económica.
Sin embargo, hay señales de un enfoque más diplomático en este nuevo ciclo. Xi Jinping, en un gesto de buena voluntad, envió al vicepresidente Han Zheng para representar a China en reuniones con ejecutivos estadounidenses. Este movimiento, aunque simbólico, demuestra que Pekín está dispuesto a negociar, pero sin olvidar las heridas del pasado.
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El juego económico en el tablero internacional
Según InfoMoney, Elon Musk, uno de los principales empresarios estadounidenses, fue uno de los protagonistas de las recientes conversaciones con representantes chinos. Durante una reunión con Han Zheng, Musk escuchó una invitación clara: que las empresas estadounidenses sigan invirtiendo en China. Beijing entiende que la presencia de estas empresas es esencial para estabilizar relaciones bilaterales y evitar nuevas fricciones.
Por otro lado, Trump ya ha señalado que no dudará en aumentar los aranceles si lo considera necesario. Esta postura mantiene a ambos países en un tenso juego de ajedrez económico, donde cada movimiento tiene consecuencias globales.
Sentimiento en China: Optimismo y preocupación
Dentro de China hay sentimientos encontrados. Por un lado, Xi y Trump mantuvieron una cordial conversación telefónica, calificada de “muy buena” por Trump. Por otro lado, muchos empresarios y ciudadanos de a pie temen una nueva escalada de tensiones. El recuerdo de los aranceles de 2018 aún está fresco, y los desafíos internos de China (como la crisis inmobiliaria y el alto desempleo juvenil) hacen que el país sea más vulnerable que antes.
“Si se imponen nuevos aranceles, estaremos en problemas”, comenta Dominic Desmarais, un empresario extranjero afincado en China. No es el único que tiene esta preocupación. El escenario económico actual es delicado y cualquier medida agresiva podría intensificar los problemas.
¿Un nuevo punto de partida o viejos hábitos?
Mao Ning, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, calificó el momento como un “nuevo punto de partida” para las relaciones entre ambas potencias. La pregunta, sin embargo, es: ¿podrán ambas partes superar el ciclo de conflictos que ha marcado los últimos años?
La diplomacia jugará un papel crucial en los próximos meses. El mundo esta mirando en esta relación, ya que el impacto de una nueva guerra comercial no se limitaría a las dos naciones: repercutiría a nivel mundial y afectaría las cadenas de suministro, las inversiones y los mercados financieros.