Con aranceles que alcanzan el 245% y restricciones en sectores clave, China y EE.UU. intensifican su rivalidad económica, aumentando las incertidumbres y los impactos en el comercio mundial.
A disputa comercial Entre Estados Unidos y China se ha vuelto nuevamente más intensa. Las dos economías más grandes del mundo están envueltas en una nueva ronda de aranceles y amenazas, con impactos directos en las empresas, los consumidores y los mercados globales.
Los aranceles de miles de millones de dólares ejercen presión sobre ambas partes
Las exportaciones de China a Estados Unidos ahora enfrentan aranceles de hasta el 245%. En respuesta, Beijing impuso aranceles del 125 por ciento a las importaciones estadounidenses.
Las medidas generan incertidumbre y aumentan los temores de una posible recesión mundial. El gobierno chino, liderado por Xi Jinping, dice estar abierto al diálogo, pero también ha dejado claro que si es necesario “luchará hasta el final”.
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La resiliencia de China
Como la segunda economía más grande del mundo, China está en mejores condiciones para resistir los efectos de los aranceles que los países más pequeños. El país tiene un enorme mercado interior, con más de mil millones de habitantes.
Esto podría aliviar la presión sobre los exportadores. Para impulsar el consumo, el gobierno chino ha adoptado incentivos como subsidios para electrodomésticos y paquetes turísticos dirigidos a los jubilados.
Mary Lovely, experta del Instituto Peterson, dijo a la BBC que el liderazgo chino podría estar dispuesto a afrontar los costos de la guerra comercial en lugar de ceder ante lo que considera una agresión estadounidense.
Como régimen autoritario, China tampoco enfrenta la presión electoral que habitualmente influye en los gobiernos democráticos.
Aún así, existe preocupación por el descontento popular. La crisis del sector inmobiliario y la pérdida de empleos ya generan descontento.
La incertidumbre económica actual afecta especialmente a los jóvenes chinos. El Partido Comunista ha recurrido al nacionalismo para apoyar su estrategia de confrontación. En declaraciones públicas, las autoridades garantizan que “el cielo no se caerá”.
Inversiones estratégicas en el futuro
China ha estado invirtiendo fuertemente en tecnología. El objetivo es dejar de ser simplemente la fábrica del mundo y convertirse en una potencia en innovación.
El país invierte en sectores como inteligencia artificial, chips y energías renovables. El chatbot DeepSeek es un ejemplo de tecnología nacional que rivaliza con sus competidores occidentales.
En el sector del automóvil, BYD ha superado a Tesla para convertirse en el mayor fabricante de vehículos eléctricos del planeta. Marcas como Huawei y Vivo también han incursionado en el mercado dominado por Apple.
Pekín ha anunciado que invertirá más de un billón de dólares en innovación en los próximos años. Mientras tanto, las empresas estadounidenses que intentan salir de China están luchando por reemplazar la infraestructura y la fuerza laboral calificada del país. Esta ventaja estratégica en la cadena de suministro se ha construido a lo largo de décadas.
Las respuestas de China tras el triunfo de Trump
La primera ronda de aranceles impuesta por Donald Trump en 2018 sirvió como advertencia a China. Desde entonces, el país ha acelerado proyectos como la “Nueva Ruta de la Seda”, que fortalece las alianzas con el Sur Global. China también ha diversificado sus importaciones, especialmente de soja.
Estados Unidos una vez fue responsable del 40% de las exportaciones de soja a China. Hoy en día, esa cifra ha descendido a aproximadamente el 20%. China ha comenzado a cultivar más cultivos en el país y ahora está comprando volúmenes récord de Brasil, su mayor proveedor.
Hoy en día, Estados Unidos ya no es el principal destino de las exportaciones chinas. El Sudeste Asiático ha adoptado esta posición. En 2023, China fue el mayor socio comercial de 60 países, casi el doble que Estados Unidos. A finales de 2024, el país registró un superávit comercial récord de 1 billón de dólares.
A pesar de ello, Estados Unidos sigue siendo un socio importante. Pero la capacidad de Washington para aislar a China es comercialmente limitada. El ministro de Comercio de Malasia, Tengku Zafrul Aziz, dijo recientemente: “Nunca elegiremos entre China y Estados Unidos”.
El punto débil de Trump: el mercado de bonos
A principios de abril, Trump impuso aranceles radicales, comparando la medida con “medicamentos”. Pero después de una fuerte caída en el valor de los bonos del Tesoro estadounidense, dio marcha atrás y suspendió los aranceles durante 90 días.
Los expertos creen que China ahora entiende que el mercado financiero puede influir en las decisiones de Trump.
China es el segundo mayor tenedor extranjero de estos bonos, con 700 millones de dólares. La idea de vender parte de ellas como forma de presión ya ha sido planteada en los medios estatales chinos. Sin embargo, los analistas advierten que esto traería pérdidas a la propia China, además de desestabilizar el yuan.
Según Marina Yue Zhang, China “tiene una moneda de cambio, no un arma financiera”. El uso de los bonos del Tesoro estadounidense como instrumento de presión tiene límites.
La carta de las tierras raras
Uno de los activos más fuertes de Pekín es su dominio sobre las tierras raras. Estos minerales son esenciales para la producción de tecnología de vanguardia. China controla alrededor del 61% de la extracción y el 92% del refinamiento de estos elementos, según la Agencia Internacional de Energía.
Los metales esenciales incluyen el disprosio, utilizado en los imanes de los vehículos eléctricos, y el itrio, que protege los motores a reacción.
China ya ha restringido la exportación de siete de estos metales en respuesta a los nuevos aranceles estadounidenses. También prohibió la venta de antimonio, utilizado en varios sectores industriales. El precio del antimonio se ha disparado y se ha duplicado en medio de una fiebre por fuentes alternativas.
Los expertos advierten que un confinamiento más amplio podría paralizar industrias enteras, desde la defensa hasta la producción de productos electrónicos. Thomas Kruemmer, de Ginger International Trade and Investment, lo resumió: “Cualquier cosa que se pueda activar o desactivar probablemente funcione con tierras raras”.
Pekín juega con ventaja estratégica
La guerra comercial entre China y Estados Unidos no muestra señales de disminuir. La postura firme de China, sus inversiones en tecnología y el control de los recursos estratégicos muestran que el país se ha preparado para una confrontación prolongada.
Al mismo tiempo, el intento de Estados Unidos de debilitar la economía china enfrenta obstáculos concretos. La interdependencia entre ambos países sigue siendo profunda. Y la presión sobre los mercados financieros estadounidenses podría forzar ajustes.
El saldo de esta disputa sigue siendo incierto. Pero una cosa está clara: China no dará marcha atrás fácilmente. Y el mundo entero está mirando los próximos capítulos.
Con información de BBC.