El avión más rápido del mundo, el legendario X-15, alcanzó una increíble velocidad de 4.520 mph (7.273 km/h), ¡más de cinco veces la velocidad del sonido! Esta máquina hipersónica podría haber hecho el viaje de Londres a Nueva York en sólo 45 minutos, pero en lugar de eso voló al espacio, desafiando todos los límites de la aviación. ¡Descubre la historia del avión experimental que abrió el camino a la exploración espacial y aún mantiene récords imbatibles!
Subes a un avión en Londres, apenas tienes tiempo para tomar un café y, antes de que te des cuenta, ya estás aterrizando en Nueva York. ¿Has pensado en ello? Pero el X-15, un auténtico cohete con alas, podría haber hecho precisamente eso... ¡y sin despeinarse!
Creado por la NASA y la Fuerza Aérea de Estados Unidos, este avión experimental no fue ninguna broma en servicio. No sólo fue el avión más rápido jamás creado, sino que también voló más alto que cualquier otra aeronave tripulada. Durante casi una década, el X-15 rompió récords absurdos, dejando incluso a los aviones supersónicos modernos como simples scooters voladores.
¿Qué hizo que el X-15 fuera tan loco?
Bueno, lo primero que quiero decir es que no era un avión cualquiera. El X-15 era en realidad un cohete camuflado en un avión a reacción. Con un motor de combustible líquido, fue lanzado desde un bombardero B-52, y cuando su motor entró en acción, fue como si alguien hubiera subido el “modo turbo” al máximo. ¿Resultado? Alcanzó velocidades de más de 7.200 km/h, suficiente para cruzar el Atlántico en menos de una hora.
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Colocado junto al Concorde (que ya era un monstruo supersónico), el X-15 haría que su rival pareciera volar hacia atrás. Pero tranquilos, no está hecho para transportar pasajeros. Era un laboratorio volador, diseñado para probar los límites de la aviación y allanar el camino para futuras misiones espaciales.
Del cielo al espacio y de regreso en minutos
En cada misión, el X-15 fue lanzado desde un B-52 en pleno vuelo, encendió sus motores y despegó a altitudes absurdas. Para que os hagáis una idea, alcanzó los 345.200 pies (105 kilómetros), superando la línea de Kármán, que marca el inicio del espacio. En otras palabras, no sólo voló más rápido, sino que también llegó mucho más lejos que nuestra atmósfera.
E ¿Sabes qué es lo más impresionante?? Después de alcanzar esta altitud surrealista, simplemente cayó a la Tierra, planeando como un ladrillo guiado, antes de aterrizar en la Base Aérea Edwards en California. Cada vuelo duró menos de 10 minutos, pero la información recopilada ayudó a dar forma a toda la exploración espacial moderna.
Los pilotos que lo arriesgaron todo y los peligros del vuelo hipersónico
Volar el X-15 no era para todos. Los chicos que tomaron los mandos eran verdaderos héroes, y entre ellos estaba nada menos que Neil Armstrong, el primer hombre en caminar sobre la Luna. Sí, antes de caminar sobre el suelo lunar, Armstrong ya había Estaba domando a esta bestia hipersónico.
Según Express, como todo lo que implica velocidad extrema, el X-15 también pasó factura. En 1967, el piloto Michael Adams perdió la vida durante un vuelo de prueba después de que un problema técnico provocara que el avión entrara en un giro incontrolable. Fue la única víctima mortal del programa, pero el riesgo siempre fue muy alto.
Otro caso notable fue el de Jack McKay, quien sobrevivió a un brutal aterrizaje forzoso en Nevada. El avión volcó, sufrió heridas graves, pero aún así volvió a volar. Lamentablemente, años después, las consecuencias del accidente le obligaron a retirarse.
Si el X-15 era tan rápido ¿por qué no tenemos aviones como ese hoy en día?
¡Buena pregunta! Si este monstruo en el cielo ya hacía esto en los años 1960, ¿por qué todavía necesitamos ocho horas para cruzar el Atlántico?
El gran problema es la viabilidad. El X-15 era un avión experimental, diseñado para probar los límites de la física, no para transportar pasajeros. Además, dependía de un motor de cohete, lo que significa que consumía combustible como si no hubiera un mañana.
Otro punto es que volar a más de 7.000 km/h genera un calor extremo, lo que hace que la construcción de un avión hipersónico comercial sea extremadamente desafiante. Pero créanme: la búsqueda de vuelos ultrarrápidos está lejos de terminar. Empresas como Boom Supersonic y la propia NASA están desarrollando nuevas tecnologías Para hacer realidad los aviones hipersónicos.
Un pote pote. Un pote pote. Un pote pote ¡Ah! Sí, sí.
Un día llegaremos allí🤪👌🏾
Me voy a Marte, vuelvo enseguida. Espérame para cenar.