Empieza ahora la temporada alta de estos servicios, impulsados por profesionales que temen el enfrentamiento directo con sus jefes o no saben cómo comunicar su marcha.
Mientras Brasil se prepara para la Semana Santa, Japón entra en la cuenta regresiva para la Semana Dorada, una feriado período extendido que tiene lugar a finales de abril. Pero lo que llama la atención no es sólo el resto. Esto es lo que viene a continuación: la llamada “enfermedad de mayo”.
El fenómeno tiene nombre propio en Japón: gogatsubyō. Traducido como “enfermedad de mayo”, representa una especie de síndrome postvacacional, común entre los trabajadores japoneses. Los efectos son claros y recurrentes: un aumento de los casos de depresión y un número importante de dimisiones.
El síndrome y sus repercusiones
La Semana Dorada actúa como detonante. Después de este breve período de descanso, muchos trabajadores se enfrentan a un difícil retorno a su rutina. La presión, el cansancio y el peso de la cultura corporativa japonesa acaban generando crisis emocionales. El resultado es la búsqueda de una salida.
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Pero lo más curioso es cómo sucede esto. En Japón hay empresas que se especializan en pedir a los empleados que renuncien. Sí, así es: el trabajador paga a otra persona para que informe al empleador de su salida.
Solicitudes de renuncia: Un servicio que cuesta mucho
Inmediatamente después de la Semana Dorada, la demanda de este tipo de servicio aumenta. Algunas de estas empresas reciben hasta 150 pedidos por día durante este período. A lo largo de la temporada, la cifra puede alcanzar las 11 mil solicitudes.
El servicio, sin embargo, no es barato. Los precios varían entre 20 y 50 yenes, correspondientes a valores entre R$ 2.000 y R$ 3.000,00. A cambio, la empresa contratada contacta con el empleador, le comunica la decisión del trabajador, negocia la salida e incluso le ofrece apoyo en caso de problemas durante el proceso.
¿Por que sucede?
La explicación está en la cultura laboral japonesa. Se da un valor extremo a la lealtad a la empresa. Al mismo tiempo, la relación entre empleado y empleador puede ser muy difícil. Esto hace que el acto de renunciar esté plagado de estrés emocional.
Hay informes de jefes que rompen cartas de renuncia. Y, muchas veces, el malestar es tan grande que el trabajador prefiere seguir trabajando, aunque sea infeliz, antes que pasar por esa situación.
Las horas laborales excesivas y la salud mental contribuyen a las dimisiones
La situación se agrava por la pesada rutina. Alrededor del 20% de los trabajadores japoneses entre 30 y 40 años trabajan entre 49 y 59 horas a la semana, sin horas extras remuneradas. Otro 15% trabaja más de 60 horas a la semana.
Esta carga de trabajo excesiva, combinada con la presión psicológica, tiene graves consecuencias. Se estima que el número de suicidios relacionados con el trabajo en Japón ronda los 3 al año.
Con información de Xataka.