Investigadores de la Universidad de Tokio han descubierto que la radiación nuclear puede provocar un efecto autorreparador en el hormigón, haciendo que sus estructuras sean más fuertes y duraderas en las centrales nucleares. Este avance podría revolucionar la ingeniería y extender la vida útil de estos edificios.
Seamos realistas: el hormigón está en todas partes. Calles, edificios, puentes e incluso lugares que ni siquiera podemos imaginar, como centrales nucleares. Y cuando hablamos de energía nuclear, lo primero que nos viene a la cabeza es la seguridad. Después de todo, cualquier fallo estructural puede tener consecuencias catastróficas.
Durante décadas, los ingenieros se han preguntado: ¿la radiación afecta al hormigón hasta el punto de debilitarlo? El temor es real, ya que las estructuras nucleares deben durar décadas sin comprometer la seguridad. Pero ahora, un estudio de la Universidad de Tokio trajo un descubrimiento sorprendente:En lugar de deteriorar el material, la radiación puede hacerlo más fuerte. Sí, el hormigón puede tener un superpoder oculto.
Radiación que cura el hormigón
Todo comenzó cuando los investigadores decidieron investigar el impacto de la radiación en el hormigón, más concretamente en el cuarzo, uno de sus principales componentes. Esperaban encontrar señales de desgaste, pero lo que vieron fue algo completamente fuera de lo común: el hormigón estaba, en cierto modo, “curándose”.
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Lo que ocurre es que la radiación interactúa con los cristales de cuarzo, distorsionando su estructura. Pero en lugar de simplemente agrietarse y debilitarse, el material activa un mecanismo de recuperación interno. En otras palabras, se ajusta por sí solo, compensando el daño.
Es como si tuvieras un vidrio que, en lugar de agrietarse y romperse, fuera capaz de regenerarse cuando se expone al sol. Increíble, ¿verdad?
¿Cómo actúa la radiación en este caso?
La radiación de neutrones incide en los cristales de cuarzo del hormigón y altera su estructura. Normalmente esto causaría expansión y debilitamiento. Pero lo que los científicos han descubierto es que, gracias a la interacción entre los átomos de silicio y oxígeno, el material sufre un proceso de “curación” que reduce estos efectos negativos.
Básicamente, la radiación afecta al cuarzo, pero el cuarzo en sí... Encuentra una manera de reorganizarse y recuperarse. ¿El resultado? El hormigón puede acabar durando mucho más de lo que imaginábamos, especialmente en entornos de alta radiación, como las centrales nucleares.
¿Podría el hormigón convertirse en un material autoreparador?
Si este descubrimiento se confirma en nuevos estudios, estaremos hablando de un auténtico punto de inflexión para la ingeniería civil. El mantenimiento de estructuras nucleares es un trabajo costoso y complejo, y cualquier grieta puede convertirse en un gran problema. Ahora, ¿imaginémonos qué pasaría si tuviéramos hormigón que se reparara solo? ¡Sería un gran paso adelante!
Y no es sólo en el sector nuclear donde esto puede marcar la diferencia.. La construcción civil en general puede beneficiarse de esta tecnología para crear edificios, puentes e incluso carreteras que requieran menos mantenimiento. ¿Alguna vez has imaginado un mundo donde las reparaciones de hormigón se conviertan en una cosa del pasado?
Vale, funciona con plantas de energía nuclear, porque está encapsulado y la irradiación se produce, te guste o no. Pero no se puede seguir irradiando puentes, edificios y otras obras con neutrones sólo para mantenimiento.
El hormigón armado tiene patologías bien conocidas y, por tanto, técnicas de mantenimiento bien establecidas. Si la cultura del mantenimiento estuviera generalizada no habría necesidad de nada más. El hormigón es muy duradero, siempre que se mantenga bien.
(Puentes como el que se derrumbó en la Amazonia a finales de año no se cayeron por falta de radiación de neutrones, sino por la negligencia del gobierno en el mantenimiento tradicional.)