Diseñada para 700.000 residentes y vendida como un paraíso futurista, la megaciudad de Malasia, Forest City, es ahora un enorme vacío con menos de 10.000 habitantes, edificios vacíos y un futuro incierto.
¿Alguna vez has imaginado una megaciudad futurista, llena de edificios modernos, playas paradisíacas y parques acuáticos, pero que, al final, se convirtió prácticamente en un pueblo fantasma? Bueno, esa es la historia de Forest City, un proyecto de 100 mil millones de dólares que tenía todo lo necesario para ser un éxito, pero terminó convirtiéndose en uno de los mayores fracasos inmobiliarios de nuestro tiempo.
La idea era construir una megaciudad innovadora allí mismo en Malasia, cerca de Singapur. ¿El objetivo? Crear un verdadero refugio de lujo, donde familias y gente de negocios puedan vivir con el máximo confort. Pero en la práctica, Lo que vemos hoy son calles desiertas., edificios vacíos y muy pocos residentes.
¿Qué salió mal? Una secuencia de errores fatales
Bueno, hay una larga lista de razones para esta gigantesca caída. Pero vayamos directo al grano: el problema principal fue que Forest City fue diseñado para inversores chinos, y eso fue un duro golpe para la situación. El gobierno chino decidió endurecer el cerco y limitar el envío de dinero para inversiones en el extranjero. ¿El resultado? La fuente de compradores simplemente se ha secado.
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Y no se detuvo allí. Malasia ha experimentado una inestabilidad política que ha ahuyentado aún más a los inversores. Y como si eso no fuera suficiente, llegó la pandemia del COVID-19, poniendo otro clavo en el ataúd del proyecto. Las restricciones de viaje y la crisis económica mundial han hecho que el sueño de las megaciudades esté cada vez más lejos de la realidad.
¿El resultado? Un pueblo fantasma de lujo
Se suponía que sería una metrópolis vibrante, llena de vida, pero lo que vemos hoy es un escenario casi postapocalíptico. De los 700.000 habitantes que se supone que ocuparían la ciudad, menos de 10.000 viven realmente allí. Y, seamos sinceros, esta cifra está lejos de justificar los miles de millones invertidos en el proyecto de la megaciudad.
Las calles están vacías, los edificios lujosos permanecen prácticamente desocupados y los comercios locales apenas pueden sobrevivir. Para empeorar las cosas, ha habido quejas sobre el impacto ambiental, ya que la ciudad fue construida sobre tierras recuperadas del Estrecho de Johor. Esto comprometió los manglares tropicales y afectó el ecosistema de la región, perjudicando incluso a los pescadores locales.
¿Es todavía posible salvar la megaciudad?
A pesar de todo, Se están haciendo algunos intentos para revertir el desastre.. El sultán Ibrahim Iskandar de Malasia ha propuesto convertir Forest City en una zona financiera especial, ofreciendo incentivos para atraer empresas y residentes. La idea es trasladar allí las oficinas gubernamentales y crear un nuevo centro económico en la megaciudad.
Y hay otro megaproyecto por implementar, The LINE. ¡Probablemente tampoco funcionará! ¡Megalomanía!
No había burdel y sin burdel ninguna ciudad puede avanzar.
Amontonar a la gente no es una solución sostenible para el futuro de las metrópolis. Las ciudades tienen que ofrecer una cierta calidad de vida a sus residentes. Transporte público que funciona, zonas comerciales alrededor, mucha vegetación, ocio…. Apilarlos en torres de más de 25 pisos ciertamente no ayuda…