¿Qué pasó con los ferrocarriles brasileños?
Hacia 1960, las vías férreas brasileñas alcanzaron su apogeo, con miles de kilómetros repartidos por todo el país. Parecía que los trenes dominarían el futuro del transporte nacional, pero, créanlo o no, el destino de nuestros ferrocarriles se parece más a una película de acción sin final feliz. Hoy en día, alrededor de un tercio de la red ferroviaria está prácticamente abandonada. Pero, después de todo, ¿qué pasó con los ferrocarriles brasileños?
El estancamiento de los ferrocarriles brasileños
El Brasil, con sus 8,5 millones de kilómetros cuadrados, se enfrenta al desafío constante de mantener una red ferroviaria adecuada. Los ferrocarriles brasileños, que podrían ser la solución para transportar grandes cargas y ayudar a la movilidad urbana, quedaron desatendidos. A pesar de su eficiencia y menor impacto ambiental, hoy menos de una cuarta parte de la producción nacional pasa por ferrocarril. La mayoría de los ferrocarriles están corroídos por el tiempo y carecen de un mantenimiento adecuado, principalmente porque la atención se ha centrado siempre en las carreteras.
La falta de inversión continua ha hecho que el país dependa en gran medida del transporte por carretera, una alternativa más cara y contaminante. Para que se haga una idea, el sistema ferroviario de pasajeros es casi inexistente fuera de las grandes ciudades, como São Paulo y Río de Janeiro, e incluso en estas regiones las líneas ferroviarias están lejos de satisfacer la demanda. Dado que sólo el 21,5% del transporte nacional se realiza por ferrocarril, la infraestructura obsoleta y los trenes abarrotados en las horas punta ilustran bien la situación.
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La decadencia y el abandono de los ferrocarriles brasileños
El Brasil vivió su época dorada del ferrocarril hasta los años 1950, cuando la red ferroviaria del país alcanzó aproximadamente 30 mil kilómetros de longitud. Sin embargo, A partir de 1960, el gobierno y los inversores empezaron a cambiar de enfoque. La industrialización, impulsada por la expansión de las carreteras, hizo que los trenes fueran menos rentables. Mientras el sector vial crecía a pasos agigantados, el sector ferroviario se estancaba. Hoy en día, parte de los ferrocarriles brasileños siguen inactivos y la falta de una política eficiente de integración entre los modos de transporte no hace más que empeorar el problema.
La dependencia del transporte por carretera conlleva pérdidas tanto económicas como medioambientales. Con sólo el 12% de las carreteras pavimentadas, Brasil enfrenta congestión constante y altos costos de mantenimiento. Si bien el transporte ferroviario puede ser hasta un 20% más barato para largas distancias, el país todavía depende de las carreteras para transportar la producción.
¿Por qué no siguen adelante?
La falta de progreso en los ferrocarriles brasileños está directamente relacionada con la falta de inversión. Mientras países como Rusia utilizan trenes para transportar hasta el 88% de sus mercancías, Brasil apenas puede llegar al 25%. La red ferroviaria no se ha ampliado significativamente desde el gobierno de Juscelino Kubitschek, que priorizó la construcción de carreteras y el desarrollo de la industria automotriz.
Pese a ello, en los últimos años el transporte ferroviario de mercancías ha mostrado signos de crecimiento, impulsado por la exportación de soja y mineral de hierro. En 2016, el transporte ferroviario alcanzó la cifra récord de 503 millones de toneladas útiles transportadas, lo que supone un aumento de casi el 30% respecto a la década anterior. Sin embargo, este crecimiento aún no es suficiente para transformar a Brasil en un país con una red ferroviaria eficiente.
El futuro de la red ferroviaria brasileña
Para que los ferrocarriles brasileños vuelvan a cobrar importancia, es necesaria una inversión masiva en infraestructura, principalmente en la modernización y electrificación de las vías. La integración entre los modos por carretera y ferrocarril es esencial para garantizar que el transporte de carga y pasajeros sea más eficiente. EL El uso del ferrocarril puede ayudar a reducir las emisiones de carbono, reducir la congestión y mejorar la competitividad de Brasil en el mercado global.
Entonces, ¿pueden los rieles salvar a Brasil? La respuesta puede estar en los próximos años, cuando el país decida si continúa dando prioridad a las carreteras o finalmente da otra oportunidad a sus olvidados ferrocarriles.