La Central de Belo Monte, la mayor represa 100% brasileña, tiene una historia llena de controversias, desafíos ambientales e impactos sociales.
La Usina Belo Monte, ubicada sobre el río Xingu, en el estado de Pará, es una de las obras de ingeniería más imponentes de Brasil y la mayor represa 100% brasileña. Con una capacidad de generación de 11.233 MW, suficiente para abastecer a 60 millones de consumidores en 17 estados, Belo Monte representa un logro tecnológico y un hito en la producción de energía en el país.
Sin embargo, la planta también se ha convertido en sinónimo de controversia, involucrando conflictos con las comunidades locales, preocupaciones ambientales y preguntas sobre su eficiencia.
Belo Monte es hoy la cuarta central hidroeléctrica más grande del mundo, detrás solo para empresas como las Tres Gargantas, en China, y la propia central de Itaipú, compartida con Paraguay.
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Desde su inicio, el proyecto Central Eléctrica de Belo Monte ha suscitado intensas discusiones, dividiendo opiniones entre la necesidad de ampliar la matriz energética nacional y los impactos causados a las poblaciones indígenas y al medio ambiente.
Un proyecto polémico desde el principio en la Usina de Belo Monte
La historia de la Usina de Belo Monte se remonta a 1975, cuando se iniciaron los estudios hidroeléctricos en la cuenca del río Xingu, poniendo de relieve el potencial energético de la región.
En 1989, el proyecto atrajo la atención nacional e internacional debido a la fuerte protesta del líder indígena Tuíra Kayapó, quien marcó el encuentro de los pueblos indígenas en Altamira alzando un machete contra el representante de Eletronorte. Desde entonces, la Usina de Belo Monte es un símbolo de resistencia de comunidades indígenas y ambientalistas.
Para construir la Usina de Belo Monte fue necesaria la construcción de un embalse de 478 km², acompañado de un canal de desvío y un aliviadero principal para controlar el flujo de agua.
La ubicación de la presa en una región remota del Amazonas planteó enormes desafíos logísticos y requirió la creación de caminos de acceso y campamentos para miles de trabajadores.
Sin embargo, la construcción provocó cambios drásticos en el ecosistema del río Xingu, afectando la fauna, la flora y los medios de vida de las comunidades locales.
La mayor represa 100% brasileña También sufrió críticas por su baja eficiencia. turbinas, que funcionan a sólo el 20% de su capacidad durante los períodos secos.
Compensaciones y programas sociales.
Conscientes de los impactos causados, el gobierno y las empresas involucradas invirtieron en un amplio programa de compensación ambiental y social. A lo largo de nueve años se llevaron a cabo más de 5.000 acciones, entre ellas la recuperación de áreas degradadas y la replantación de especies nativas.
Estos esfuerzos se extendieron a la construcción de infraestructura básica, como escuelas, hospitales y carreteras, beneficiando a las comunidades afectadas.
Aún así, continúan las críticas sobre el crecimiento desordenado de la población en las zonas alrededor de Altamira y la creciente presión sobre los servicios públicos locales.
¿Quién estuvo involucrado?
La construcción de la Usina de Belo Monte involucró a varios actores, desde el gobierno federal hasta las mayores constructoras del país. El proyecto ganó fuerza en la década de 2000, especialmente durante el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien incluyó a Belo Monte en el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), reforzando la idea de que la planta era esencial para ampliar la matriz energética brasileña.
El trabajo continuó bajo el gobierno de Dilma Rousseff, quien también defendió a Belo Monte como un hito para el desarrollo de Brasil, a pesar de las controversias y protestas que lo rodearon.
El consorcio Norte Energia SA, creado para la construcción y operación de la planta, estuvo a cargo del proyecto. Reunió a varias empresas y organismos, entre ellos Chesf (Companhia Hidro Elétrica do São Francisco) y las empresas estatales Eletrobras y Eletronorte.
Además, algunas de las mayores constructoras brasileñas, como Andrade Gutiérrez, Odebrecht y Camargo Corrêa, también se sumaron al consorcio y se encargaron de las principales obras de ingeniería civil. La construcción recibió una contribución millonaria del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social), que garantizó la viabilidad financiera del proyecto.
A lo largo de los años, Belo Monte ha enfrentado una ola de protestas y resistencia, principalmente de organizaciones como Greenpeace y el Instituto Socioambiental (ISA), que han advertido sobre impactos ambientales y sociales.
La construcción de la planta transformó drásticamente la región, afectando a comunidades indígenas y ribereñas que dependían del río Xingu para su subsistencia.
La obra sigue siendo vista hoy como un símbolo de la disputa entre progreso y preservación del medio ambiente, y sigue dividiendo opiniones entre quienes creen en el potencial energético de Belo Monte y quienes denuncian los daños irreversibles causados al ecosistema y a las poblaciones locales.
La crisis del agua y el futuro de Belo Monte
En los últimos años, la Usina de Belo Monte ha enfrentado uno de sus mayores desafíos: la falta de lluvias. En septiembre de 2024, durante la mayor sequía jamás registrada en la región, Belo Monte generó sólo 323 MW, menos del 3% de su capacidad total.
La dependencia de la planta de las lluvias compromete su viabilidad económica, cuestionando si la inversión de miles de millones de dólares en la mayor represa 100% brasileña realmente trajo los beneficios prometidos.
Con toda la controversia y los desafíos enfrentados, la planta de Belo Monte sigue siendo un ejemplo de cómo los grandes proyectos pueden impactar tanto el desarrollo como el medio ambiente y las comunidades.
La historia de la Usina de Belo Monte está lejos de terminar yMi futuro todavía depende de muchos factores, desde el equilibrio ambiental hasta las necesidades energéticas del país.
Belo Monte, por las presiones, es un río de pasada, es decir, sin un gran embalse, por culpa del ambientalismo **** en este caso, ahora tendrán que construir represas encima de la planta para mantener el agua durante el período seco, de lo contrario Si haces esto, con el tiempo y las sequías se utilizará cada vez menos.