Imagínese estar al borde de un descubrimiento que podría cambiar el destino de un país entero, pero enfrentarse a profundas dudas y casi darse por vencido. Esta es la historia de un geocientífico de Exxon Mobil que, al contemplar el vasto Atlántico frente a la costa de Guyana, vio potencial donde otros sólo veían riesgo.
Lo que no sabía, sin embargo, era que esta apuesta casi no se hizo realidad, y lo que hoy es uno de los mayores descubrimientos de petróleo de una generación, podría haber permanecido en el fondo del océano, olvidado e intacto.
Exxon Mobil, el gigante petrolero, estuvo a un paso de renunciar a la exploración, que acabó revelando una reserva de más de 11 mil millones de barriles de petróleo en Guyana.
Este descubrimiento no sólo transformó a Exxon, sino que también cambió el panorama económico de Guyana, convirtiéndola en uno de los mayores productores de petróleo por persona del mundo. El campo, llamado Liza, es hoy una de las joyas más valiosas de la empresa, pero su exploración enfrentó resistencias y dudas dentro de la propia empresa.
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La apuesta arriesgada de un geocientífico
En 2013, Scott Dyksterhuis, un joven geocientífico de Exxon Mobil, creía firmemente en la posibilidad de que hubiera una vasta reserva de petróleo escondida a casi tres millas bajo el lecho marino frente a la costa de Guyana.
A pesar de la certeza de Dyksterhuis, Exxon había perforado más de 40 pozos secos en la región y el historial desfavorable convertía el proyecto en una apuesta extremadamente arriesgada.
Perforar el pozo Liza, nombre que recibe la formación geológica de la zona, costaría alrededor de 175 millones de dólares y tenía sólo un 20% de posibilidades de éxito, según estimaciones del propio geocientífico.
El descubrimiento, si se confirma, podría probar una teoría que sugería que la geología rica en petróleo de Venezuela se extendía hasta la costa norte de América del Sur. Pero muchos dentro de Exxon y de la industria petrolera en general no estaban dispuestos a correr ese riesgo.
De la duda al éxito: Guyana se transforma
El escenario cambió drásticamente con el descubrimiento de la formación Liza, que resultó ser un tesoro de valor incalculable. Exxon Mobil no sólo demostró las teorías geológicas, sino que también convirtió a Guyana en uno de los principales productores de petróleo del mundo.
En 2027, se espera que el país supere a Venezuela y se convierta en el segundo El mayor productor de petróleo de América del Sur., sólo superado por Brasil. El descubrimiento de petróleo en Guyana elevó al país, anteriormente uno de los más pobres de la región, a la categoría de gigante energético, con proyecciones de producción per cápita superiores a las de Arabia Saudita y Kuwait.
Hoy, Guyana es la piedra angular del renacimiento pospandémico de Exxon. Con una participación del 45% en el campo de Liza, donde el coste de producción es inferior a 35 dólares por barril, Exxon ha conseguido convertir el descubrimiento en uno de los proyectos más rentables fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Incluso con el precio actual del petróleo de alrededor de 80 dólares por barril, el yacimiento de Liza sigue siendo rentable, lo que garantiza beneficios para la empresa, incluso ante las incertidumbres sobre la demanda futura de combustibles fósiles.
El dilema de la transición energética y la crítica medioambiental
La historia del descubrimiento de petróleo en Guyana revela desafíos para la transición energética global. Aunque muchos en el sector esperaban que las energías renovables, como la solar y la eólica, sustituyeran gradualmente al petróleo, Exxon apostó por continuar con los combustibles fósiles, lo que se traduciría en un importante retorno financiero. Desde el inicio de la producción en Guyana en 2019, las acciones de Exxon se han más que duplicado, registrando el mayor rendimiento entre las grandes petroleras mundiales.
Por otro lado, las El descubrimiento en Guyana también generó importantes críticas, especialmente por parte de ambientalistas preocupados por el impacto ambiental. Melinda Janki, abogada guyanesa especializada en protección del medio ambiente, criticó duramente a Exxon, acusando a la empresa de contaminar el océano y la atmósfera sin asumir las consecuencias de los daños causados. Según ella, “Exxon contamina el océano y la atmósfera sin tener que pagar por los daños”. Exxon, a su vez, afirma que invierte en tecnologías para proteger el medio ambiente y que cumple o supera los requisitos reglamentarios.
Los competidores que renunciaron y las lecciones de Exxon
Mientras Exxon cosechaba los frutos de su perseverancia, otras grandes compañías petroleras que habían renunciado a la región se arrepentían amargamente. Empresas como Chevron y Shell, que inicialmente tenían una participación en los bloques de exploración de Guyana, optaron por abandonar la empresa. Chevron, por ejemplo, pagó recientemente 53 millones de dólares por Hess, uno de los socios de Exxon en Guyana, en un intento de recuperar el tiempo perdido.
La historia de Guyana, sin embargo, va más allá de una simple apuesta exitosa. Demuestra cómo Exxon, además de ser un gigante petrolero, también destacó como una empresa de ingeniería financiera. Al cubrir sus apuestas, Exxon minimizó el riesgo y maximizó las ganancias, convirtiendo un proyecto de alto riesgo en uno de sus mayores activos.
Detrás de escena de la decisión: cómo casi se dieron por vencidos
En 2013, la perforación del pozo Liza estuvo a punto de ser cancelada. Los principales geocientíficos de Exxon concluyeron que los riesgos no justificaban la inversión y que la empresa podría perder la concesión del bloque Stabroek si no comenzaba la exploración.
Fue entonces cuando Rudy Dismuke, un consultor empresarial, propuso una solución audaz: perforar gratis. Un pequeño grupo de empleados de Exxon de nivel bajo y medio encontró una manera de hacer viable el proyecto, reduciendo los costos tanto como fuera posible y asegurando la exploración continua.
La concesión obtenida por Exxon también jugó un papel crucial en esta historia. Gracias al trabajo de Rod Limbert, la empresa pudo negociar un acuerdo muy favorable con el gobierno de Guyana, garantizando el 50% de las ganancias después de deducir los costos, además de una regalía de sólo el 1%. Aunque Guyana fue criticada por aceptar un contrato tan generoso para Exxon, el acuerdo fue vital para la economía del país, además de fortalecer la posición de Guyana en las disputas territoriales con Surinam y Venezuela.
Una apuesta de Exxon que transformó un país
La historia del descubrimiento de petróleo en Guyana es una lección de cómo Los riesgos calculados pueden generar recompensas extraordinarias. El campo de Liza, que fue casi abandonado por Exxon, es ahora uno de los pilares de la economía de Guyana y de la propia Exxon. Este viaje demuestra que, en un sector tan incierto como el del petróleo, la persistencia y el coraje pueden ser las claves para transformar un proyecto dudoso en un éxito monumental.
¿La apuesta de Exxon por Guyana y su resistencia a una rápida transición energética resultará visionaria o desastrosa en el largo plazo?