Un descubrimiento en York revela la primera evidencia física de un combate entre hombres y leones en el Imperio Romano, cambiando así nuestra comprensión de los espectáculos en arenas fuera de Roma.
Durante siglos, la imagen de gladiadores enfrentándose a leones estuvo asociada únicamente al arte, la literatura y el cine. Pero ahora, un descubrimiento en York, Inglaterra, cambia ese escenario. Un esqueleto encontrado en un antiguo cementerio Romano presenta claras marcas de mordedura de león. Es la primera evidencia física directa de combate entre el hombre y el animal en una arena en el Imperio Romano.
Enterrado en York, herido por un león
El esqueleto fue encontrado a lo largo de un antiguo camino en las afueras de la ciudad de York, conocida en la época romana como Eboracum. El análisis forense muestra marcas de mordeduras en la región pélvica.
Las comparaciones con mordeduras de animales del zoológico indican que se trataba de un felino de gran tamaño, probablemente un león. La herida no sanó, lo que indica que fue fatal o ocurrió poco antes de la muerte.
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Según el profesor Tim Thompson de la Universidad de Maynooth, este es un descubrimiento significativo. Afirma que es la primera vez que hay evidencia física de combate entre gladiadores y grandes animales en el Imperio Romano.
La investigadora Malin Holst, de la Universidad de York, confirma la naturaleza del ataque: los dientes analizados coinciden con los de un león.
La vida antes de la muerte
El hombre tenía entre 26 y 35 años. Su cuerpo muestra signos de desnutrición infantil, lesiones en la columna y marcas de diversos traumas. Era fuerte, probablemente entrenado para luchar. Tras morir, era decapitado, algo común en los rituales romanos pero todavía poco comprendido.
El lugar del descubrimiento es Driffield Terrace, un cementerio romano que atrajo la atención en 2010. En ese momento, los arqueólogos revelaron que muchos de los hombres enterrados allí habían sufrido traumas y tenían cuerpos robustos.
Las pruebas mostraron que algunos provenían de lugares tan lejanos como el norte de África y el Mediterráneo. La hipótesis es que eran gladiadores o bestiarios, es decir, luchadores entrenados para luchar contra animales.
York y el Imperio Romano
Eboracum era una ciudad estratégica del Imperio Romano. En el siglo III fue la capital de una provincia del norte de Gran Bretaña. Fue allí donde fue proclamado emperador Constantino.
La ciudad era el hogar de las élites y, posiblemente, lugares de entretenimiento. Aunque todavía no han encontrado un anfiteatro, los investigadores creen que existió.
Thompson destaca la importancia de este descubrimiento para comprender mejor la realidad del Imperio Romano. Explica que el estudio ayuda a demostrar que las batallas descritas en textos e imágenes realmente ocurrieron.
Y no se limitaron a grandes ciudades como Roma, sino que se extendieron también a otras partes del Imperio.
Gladiadores reales, no leyendas
Durante mucho tiempo, los informes de combates entre humanos y animales fueron vistos con sospecha. Faltaba evidencia física. Ahora, el esqueleto de York cambia esa visión. Confirma que estos espectáculos tuvieron lugar incluso en la provincia británica.
Holst afirma que los gladiadores no eran desechables. Al contrario, eran inversiones valiosas. Muchos no eran esclavos, sino hombres que se ofrecieron como voluntarios para luchar. Podrían estar impulsados por la deuda, el deseo de fama o la falta de alternativas.
Nueva tecnología, nuevas respuestas
El esqueleto fue excavado hace unos 20 años, pero sólo ahora, utilizando técnicas modernas, los investigadores han podido identificar con precisión la mordedura.
En el estudio participaron expertos de diferentes áreas. David Jennings, de York Archaeology, explica que la arqueología continúa revelando nuevos datos mucho después de una excavación.
El descubrimiento también plantea nuevos interrogantes. ¿Cómo llegaron los leones allí? ¿Cómo se mantenían? ¿Y qué decían estas batallas sobre la sociedad romana?
El hueso habla, no la leyenda
Este estudio, según Thompson, marca el inicio de una nueva etapa. Ahora, los investigadores pueden buscar otras evidencias similares en diferentes lugares. La idea es comprender mejor cómo funcionaba el espectáculo en la arena en todo el Imperio.
La evidencia encontrada en York es concreta. Muestra que, en un momento de la historia, un hombre se encontró cara a cara con un león. Y no sobrevivió. Lo que una vez fue sólo narrativa ahora tiene fundamentos que lo sostienen. Un descubrimiento que convierte la suposición en hecho.
Con información de ZME Science.