Un país del tamaño del estado de São Paulo casi cambió la historia de Estados Unidos al intentar comprar Alaska, un territorio que ahora es crucial para la geopolítica y la economía estadounidenses.
Hubo un tiempo en que Alaska, hoy uno de los estados más fríos y estratégicos de Estados Unidos, pertenecía a la Rusia. Esto suena casi increíble para muchos, pero es un hecho histórico. La región fue vendida en 1867 por 7,2 millones de dólares, una suma que en aquel momento parecía insignificante a los estadounidenses pero que representó un gran alivio para las arcas rusas.
Lo curioso, sin embargo, es que Alaska podría haber corrido un destino muy diferente. Antes de cerrar el trato con Estados Unidos, Rusia consideró vender el territorio a un pequeño país europeo: Liechtenstein.
El contexto de la venta de Alaska
En el siglo XIX, Rusia enfrentó graves dificultades financieras. Mantener el territorio de Alaska era una carga pesada, tanto económico como militarmente. Existía el temor de que los británicos pudieran apoderarse de Alaska sin ninguna compensación. Con eso surgió la idea de venderlo.
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Estados Unidos, en ese momento, estaba interesado en ampliar sus fronteras y fortalecer su influencia en la región. Además, el gobierno estadounidense vio la compra como una oportunidad para ayudar al zar Alejandro II, un aliado durante la Guerra Civil estadounidense.
Así, el acuerdo se firmó en 1867 y la soberanía de Alaska fue transferida el 18 de octubre. Curiosamente, los habitantes del territorio experimentaron un fenómeno inusual: debido al cambio del calendario juliano, adoptado por Rusia, al calendario gregoriano, utilizado por los Estados Unidos, el día siguiente al cambio seguía siendo viernes.
La propuesta a Liechtenstein
Aunque Alaska acabó en manos estadounidenses, un hecho intrigante salió a la luz años después. En 2015, el periódico alemán Welt am Sonntag publicó un artículo revelando que, antes de ofrecer el territorio a Estados Unidos, el zar Alejandro II había propuesto venderlo a Liechtenstein.
Este pequeño país europeo, situado entre Austria y Suiza, es conocido por su pequeño tamaño y peculiaridades. Con sólo 37 habitantes, sin aeropuertos ni carreteras, Liechtenstein ha estado gobernado por una monarquía constitucional desde 1719. En 1867, el príncipe Francisco José II tenía buenas relaciones con Rusia y hablaba el idioma con fluidez, lo que lo convertía en un comprador potencial.
La propuesta, sin embargo, fue rechazada.
Curiosidad: Liechtenstein, con 160 km², tiene casi el mismo tamaño que Parelheiros, uno de los barrios más grandes de São Paulo, que tiene 153 km².
¿Por qué Liechtenstein dijo que no?
Para muchos, el rechazo de la oferta rusa parece sorprendente, pero hay explicaciones plausibles. En aquella época, Alaska era vista como un territorio remoto y helado de escaso valor estratégico. Además, la economía de Liechtenstein, aunque fortalecida por la riqueza del príncipe, era limitada. No había recursos ni estructura para gestionar y defender un territorio tan lejano.
Otro punto relevante fue el comercio de pieles, principal actividad económica de la región en ese momento. Aunque rentable, no fue suficiente para justificar la compra. El príncipe Francisco José II probablemente consideró que los desafíos logísticos y financieros superaban los beneficios.
En una carta enviada a la prensa en 2018, el actual príncipe de Liechtenstein, Hans-Adam II, se pronunció al respecto. Reconoció que su familia consideró la propuesta, pero no encontró motivos suficientes para aceptarla. Sin embargo, admitió que el arrepentimiento llegó años después, especialmente tras el descubrimiento de vastos yacimientos de oro en Alaska, ya bajo control de Estados Unidos.
La falta de registros oficiales
Un detalle curioso es la ausencia de documentos que acrediten la oferta realizada a Liechtenstein. Hans-Adam II cree que la propuesta fue informal y posiblemente sólo se discutió en conversaciones entre miembros de la realeza rusa y el principado. Otra posibilidad es que los documentos se hayan perdido durante tumultuosos acontecimientos históricos, como la Segunda Guerra Mundial.
Después del conflicto, las tropas soviéticas llevaron parte del archivo de la familia real a Moscú, lo que pudo haber contribuido a la desaparición de los registros. Aún así, el propio príncipe confirmó que el asunto fue debatido entre sus antepasados.
¿Qué pudo haber sido?
Si Liechtenstein hubiera aceptado la oferta, el destino de Alaska podría haber sido drásticamente diferente. Con su pequeña población y recursos limitados, el principado probablemente enfrentaría enormes dificultades para explorar el territorio. Al depender de potencias vecinas para el transporte y las comunicaciones, es posible que el país no pueda mantener el control por mucho tiempo.
Hoy en día, Alaska es conocida por su riqueza en recursos naturales, incluidos petróleo y gas, así como por su importancia estratégica debido a su ubicación en el extremo norte del continente americano. Es difícil imaginar cómo Liechtenstein, un país sin salida al mar y de proporciones minúsculas, podría hacer frente a semejante inmensidad.
Aunque Alaska se convirtió en estadounidense, las historias detrás de su venta siguen intrigando. La posibilidad de que alguna vez fuera territorio de uno de los países más pequeños del mundo es un recordatorio de cómo el curso de la historia puede depender de decisiones aparentemente pequeñas.
Liechtenstein tiene 160 km². São Paulo tiene 250 mil km²
Faltaba una investigación bien hecha, Liechtenstein tiene el tamaño de la ciudad de São Paulo…
Todo está bien ahora. De hecho, es casi del tamaño de Parelheiros. Actualizado. Gracias.