En las zonas heladas del Ártico, donde el frío es implacable y el hielo se extiende como un vasto océano helado, la Armada de los Estados Unidos enfrentó un desafío de enormes proporciones: liberar un submarino atrapado en el hielo del Ártico. Entendamos cómo se logró esta compleja misión.
La operación comenzó con un ejercicio denominado ICEX, imprescindible para preparar a la marina para terrenos hostiles. Se enviaron agentes especializados para marcar el lugar exacto donde saldría a la superficie el submarino. Utilizando taladros diseñados para condiciones extremas, perforaron la superficie del hielo con precisión, eligiendo las zonas donde el hielo era más fino.
Por precaución, colocaron una baliza acústica en el lugar elegido. Esta baliza sirve como baliza submarina, crucial para guiar al submarino a través de la oscuridad y el frío intenso. Cada movimiento de la tripulación es meticulosamente supervisado para garantizar que el submarino pueda salir a la superficie de forma segura.
Cuando todo estuvo listo, el submarino inició su ascenso.
La tripulación ajustó los controles con precisión y finalmente el submarino emergió, rompiendo la gruesa capa de hielo con estrépito. Este momento requirió mucha habilidad y conocimiento del entorno hostil.
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Los marineros a bordo tuvieron que mirar directamente al hielo. Utilizando motosierras y otras herramientas, trabajaron incansablemente para liberar al submarino de su prisión helada. La tarea no era sencilla y requería esfuerzo y dedicación constante.
Además de los esfuerzos de los marineros, la Guardia Costera de Estados Unidos envió sus robustos rompehielos para ayudar en la misión.
Estos gigantes de acero fueron esenciales para abrirse paso a través de las aguas heladas y garantizar que el submarino pudiera navegar con seguridad. En el cielo, aviones robustos como el Lockheed Martin C-130 Hercules desempeñaron un papel crucial. Diseñados para operar en condiciones extremas, estos aviones de carga militares brindaron apoyo vital, transportando el equipo y el personal necesarios para la misión.
Liberar un submarino atrapado en el hielo del Ártico es una tarea compleja que implica una planificación detallada, equipo especializado y mucho coraje. La colaboración entre la marina, la guardia costera y las tripulaciones aéreas garantizó el éxito de esta desafiante operación. Esta misión demuestra la capacidad y resiliencia del ejército de los Estados Unidos para enfrentar y superar desafíos en uno de los entornos más inhóspitos del planeta.