Los países más dependientes del petróleo sufrirán la transición energética, pero no significa el fin inminente de la industria petrolera
Ahmed Zaki Yamani, Ministro de Petróleo de Arabia Saudita dijo una frase sabia: “La Edad de Piedra no terminó por falta de piedra, y la era del petróleo terminará mucho antes de que se acabe el petróleo”. Lo mismo ha sido utilizado en el sector energético como advertencia para un mundo en el que el petróleo y sus derivados ya no son el principal combustible. La transición energética es un objetivo amigable con el planeta, pero ¿qué significa para los países productores de petróleo de América Latina? Brasil recauda alrededor de US$2 millones en la última subasta de petróleo y gas del presal.
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La COP26, realizada el mes pasado, donde gobiernos y empresas de todo el mundo anunciaron su deseo de avanzar hacia la emisión cero de gases de efecto invernadero, con la necesidad de reducir las emisiones globales de CO2 en un 45% para 2030, hizo aún más próximo este presagio.
Alcanzar el objetivo global de cero emisiones requerirá un recorte del 75% en la demanda de petróleo crudo.
Hay algunos escenarios que sugieren que alcanzar la meta de cero emisiones requerirá un recorte del 75% en la demanda de crudo desde ahora hasta 2050, dice Francisco Monaldi, director del Programa de Energía para América Latina del Instituto Baker de la Universidad Rice, en EE.UU. estado de Texas. Pero hay otros analistas que estiman que habrá poca oscilación en la demanda y que, en 2050, incluso estará ligeramente por encima de donde está actualmente.
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“Este último escenario indica que vamos a llegar a un pico de demanda y que, a partir de ahí, comenzará a disminuir, pero obviamente no sería un escenario ni remotamente tan catastrófico. En cualquier caso, es inevitable que se produzca la transición energética, y que la demanda de petróleo no siga creciendo como en el pasado”, añade.
Las incertidumbres sobre el ritmo de ejecución de la transición energética afectarán, por ejemplo, la facilidad de obtención de recursos para financiar nuevos proyectos en el área de petróleo y gas, ya que algunos demandan montos elevados e implican décadas de producción, con extracción de petróleo a 20 o 30 años.
“Imagine, por ejemplo, un proyecto de exploración en aguas profundas en el Golfo de México. Cada vez vamos a ver menos proyectos de este tipo. Los que ya están en marcha, como los que tiene Brasil en el Presal, se desarrollarán, pero los nuevos serán más difíciles”.
“A Brasil, por ejemplo, no le ha ido bien en las rondas de licitación recientes, en parte porque han aumentado los riesgos de que los ganadores de la subasta terminen con activos en los que invirtieron mucho, pero que no podrán seguir usando porque la transición energética se está acelerando”. él dice.
Los países más dependientes del petróleo sufrirán la transición energética
Aunque la caída de la demanda petrolera afecta a todos los productores de la región, según Monaldi, los países con mayor dependencia del petróleo, como Venezuela, Ecuador y Colombia, son los que más se beneficiarán del objetivo global de energías limpias.
Podemos mencionar a Venezuela, que, por ejemplo, tiene el 95% de su moneda proveniente del petróleo, hasta que la crisis se profundizó en el país, con una fuerte reducción de la producción por parte de la petrolera estatal PDVSA y las sanciones impuestas por Estados Unidos.
En 2019, las ventas de petróleo de Ecuador ascendieron a US$ 7,8 millones, el 34% del valor de las exportaciones. En Colombia, las ventas de petróleo al exterior sumaron US$ 13 mil millones, equivalentes al 32% de las exportaciones, según datos de la OEC.
Aún según el experto, a pesar de no depender del petróleo, la transición energética también podría afectar a México, Brasil y Argentina, ya que, mercancía tiene un peso significativo en la economía, representando importantes ingresos por exportaciones, ingresos fiscales e inversiones.
De Brasil, Monaldi dice que el país se ha convertido en “el gran productor de petróleo de América Latina”, con casi tres millones de barriles diarios, cifra similar a la que alcanzaron Venezuela y México “en sus mejores días”.
“Brasil no depende del crudo, pero el tamaño de Petrobras y su importancia la convierten en un tema relevante para el futuro”, dice.
En el caso de Argentina, el experto señala que el país ha descubierto yacimientos de petróleo no convencional -conocidos como shale o shale oil- que tienen un enorme potencial, pero cuyo descubrimiento coincide con este momento de transición energética.
La transición energética no significa el fin inminente de la industria petrolera
Si bien la transición energética trae dudas e incertidumbres a los inversores petroleros, no significa el fin inminente de la industria petrolera, ya que incluso en el contexto actual, los países productores tienen algunas oportunidades.
“Los escenarios más razonables indican que se seguirá consumiendo mucho petróleo durante las próximas tres décadas. Los países que conseguirán seguir produciendo y rentabilizando el negocio son aquellos que consigan dos cosas: primero, ser mucho más eficientes y reducir costes de producción y, segundo, reducir su huella de carbono y otros gases de efecto invernadero”, afirma Monaldi.
Para el experto, el gigante petrolero brasileño Petrobras puede tener éxito en esta estrategia porque tiene pozos muy productivos en aguas profundas, lo que favorece a la empresa desde el punto de vista de la intensidad de carbono.
A su juicio, tres factores definirán qué proyectos sobrevivirán: los costes, la intensidad de las emisiones de gases de efecto invernadero y el tipo de inversión necesaria, ya sea de ciclo corto o largo.
“Todos estos países tienen que prepararse para esta transición, aprovechando las oportunidades que están dentro de la lógica de la política global contra el cambio climático, pero entendiendo que es un negocio en declive”, advierte.
por – Ángel Bermúde BBC News Mundo