La pintura fotoluminiscente, aplicada en un tramo de 245 metros, promete mejorar la seguridad en las carreteras incluso sin iluminación, pero cuesta 20 veces más que la pintura normal y ya está haciendo que el gobierno reconsidere la idea.
Para mejorar la seguridad en tramos oscuros y peligrosos de las carreteras, el gobierno de Malasia decidió utilizar pintura fotoluminiscente en lugar de lámparas tradicionales. Parece una idea brillante, literalmente, pero hay un problema: esta solución es hasta 20 veces más cara que la pintura convencional.
¿Qué es la pintura fotoluminiscente y cómo funciona?
La pintura fotoluminiscente es un material que “absorbe” la luz durante el día y brilla durante la noche, sin depender de electricidad ni energía externa. Es como esas estrellas que pegábamos en el techo cuando éramos niños, sólo que en tamaño gigante y con una aplicación mucho más práctica.
Esta innovación reemplazó las tachuelas reflectantes en un tramo de 245 metros en Hulu Langat, un distrito conocido por su falta de alumbrado público. La pintura proporciona una visibilidad constante, lo que resulta especialmente útil en condiciones climáticas adversas. Para muchos conductores, la sensación era como conducir en un “videojuego futurista”.
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En zonas rurales sin alumbrado público, la pintura brilló como una solución para aumentar la seguridad en las carreteras. Al fin y al cabo, los tacos reflectantes requieren que los faros del coche los “iluminen”, mientras que la pintura es visible incluso en oscuridad total.
Además de facilitar la conducción nocturna, la pintura reduce la dependencia de infraestructuras costosas, como el alumbrado público, y puede salvar vidas en lugares donde los accidentes de baja visibilidad son comunes.
¿Por qué Malasia eligió esta alternativa para las carreteras?
Las carreteras de Malasia enfrentan desafíos únicos, especialmente en las zonas rurales. La falta de alumbrado público y los altos costos de mantenimiento hacen que las alternativas innovadoras sean más atractivas, al menos en teoría.
En muchas partes del país, el alumbrado público es un lujo. Las carreteras son oscuras y peligrosas, lo que dificulta la vida de quienes dependen de ellas para trabajar o viajar de noche.
La lluvia, la niebla e incluso las tormentas tropicales son comunes en Malasia, lo que reduce drásticamente la efectividad de los postes reflectantes e incluso de los faros de los vehículos. La pintura fotoluminiscente parecía una solución ideal a estos problemas.
No importa cuán revolucionaria sea la idea, las matemáticas no cuadran. La pintura fotoluminiscente cuesta 749 ringgit malasios por metro cuadrado, mientras que la pintura convencional cuesta sólo 40 ringgit. Esta cantidad exorbitante fue la principal razón para que el gobierno reconsiderara su implementación a gran escala.
Imaginemos que, en lugar de pintar toda la carretera, el gobierno tuviera que elegir entre 1 kilómetro de pintura fotoluminiscente o 20 kilómetros de pintura normal. El impacto financiero sería gigantesco, especialmente para un presupuesto público que ya está presionado.
Aún cuando la población elogió la iniciativa, expertos del Ministerio de Obras concluyeron que el costo no justifica los beneficios. En una conferencia de prensa, el viceministro Ahmad Maslan resumió la situación: "El costo es demasiado alto, por lo que probablemente no continuaremos con las vías que brillan en la oscuridad".
El equilibrio entre innovación y viabilidad financiera
Esta experiencia en Malasia plantea una pregunta importante: ¿cuánto vale la pena invertir en tecnologías innovadoras para carreteras?
La seguridad es fundamental, pero el presupuesto público no es infinito. Encontrar soluciones que equilibren costo y efectividad es un desafío constante, especialmente en países con economías emergentes.
Aunque Malasia ha dado un paso atrás, otros países pueden adaptar la idea. En carreteras de alto riesgo o zonas turísticas, pintura fotoluminiscente. puede ser una opción interesante, incluso con costes más elevados.