La riqueza petrolera no llegó a este humilde pescador que debió ser tratado como un verdadero héroe por su descubrimiento

El petróleo también es conocido mundialmente como “el oro negro”, pero al menos para el pescador Rudesindo Cantarell Jiménez, residente de la pequeña Ciudad del Carmen, en México, toda esta riqueza no trajo beneficio, al contrario, el hombre murió pobre, sin reconocimiento y sin amigos. Congreso Nacional intenta impedir venta de refinerías de Petrobras

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Esta historia comienza en 1958 cuando Rudesindo, entonces de 44 años, vio burbujas negras en el mar de Campeche, en el sureste del país, que sospechó que eran petróleo, pero sabiendo que eso transformaría la vida del pequeño pueblo de pescadores, decidió no llevar el descubrimiento demasiado lejos.autoridades.

Los amigos de Rudesindo llevaban décadas pescando camarones y su decisión afectaría el paisaje y la vida de muchas personas.

A bordo de la embarcación Centenario del Carmen, de la que era socio, vio la mancha en el mar e inicialmente pensó que se trataba de los restos de un naufragio. Tras analizar la mancha, sospechó que se trataba de petróleo, pero decidió no difundir la noticia que cambiaría no solo su historia, sino también la de México.

Cantarell conservó entonces esta información durante casi diez años y recién en 1968 les dijo a otros pescadores del puerto de Coatzacoalcos, en Veracruz, cuando llegó allí a vender pescado, que había descubierto petróleo en sus aguas. Así que decidió llevar la información a los ingenieros petroleros de Pemex.

En los años 60 México tenía una producción de petróleo muy pequeña en comparación con los grandes productores. El descubrimiento en 1971 en aguas relativamente someras, a menos de 100 km de la costa de Campeche, llevó a Pemex a otro nivel en la industria petrolera, pues en los campos descubiertos había alrededor de 40 mil millones de barriles. El Complejo Cantarell fue alguna vez el segundo campo petrolero más grande del mundo 

Una vez que PEMEX estuvo en funcionamiento, la pesca del camarón terminó y los temores de Rudesindo se hicieron realidad, los pescadores le dieron la espalda y consiguió un nuevo trabajo y el gobierno mexicano le otorgó una medalla de oro en 1978.

El trabajo, sin embargo, era como ayudante de limpieza (sin contrato fijo) en un laboratorio de la Pemex con salario muy bajo. La falta de reconocimiento combinada con la falta de apoyo de su comunidad lo llevó a morir casi sin posesiones en mayo de 1997, a los 82 años.

Al hombre que llevó a Pemex a su mayor descubrimiento hoy ni siquiera se le recuerda en Ciudad del Carmen.