Con una sólida infraestructura de biocombustibles, abundante energía renovable y la explosión de los automóviles eléctricos, es posible que Brasil no esté preparado para adoptar vehículos propulsados por hidrógeno. Descubra los desafíos y el futuro de esta tecnología en el país.
¿Alguna vez has imaginado un coche que solo emita vapor de agua como residuo? Ésta es la promesa de los vehículos propulsados por hidrógeno, una tecnología que se lleva años discutiendo como una alternativa sostenible para el sector de la automoción. ¿Pero esta idea tiene sentido para Brasil? Con nuestra sólida infraestructura de biocombustibles y el auge de los automóviles eléctricos, tal vez no tanto, al menos por ahora.
¿Qué son los coches de hidrógeno y cómo funcionan?
Según el sitio web de Eixos, los coches de hidrógeno utilizan pilas de combustible que convierten el gas hidrógeno en electricidad mediante una reacción química con el oxígeno. Esto genera suficiente energía para mover el motor eléctrico y solo libera vapor de agua a través del escape. Suena como un sueño, ¿verdad? Al fin y al cabo, el proceso es rápido, tarda unos cinco minutos en repostar y garantiza una autonomía de hasta 600 km.
Mas la realidad global cuenta otra historia. Incluso con grandes apuestas como el Toyota Mirai, las cifras todavía no son impresionantes. En 2023, sólo 17 vehículos de hidrógeno circulaban por las carreteras de Estados Unidos, en comparación con más de 3 millones de coches eléctricos. Los altos costos y la falta de infraestructura son barreras importantes.
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Comparación: Hidrógeno vs. vehículos eléctricos a batería en Brasil
En Brasil, donde la electrificación del transporte ha cobrado impulso, la competencia entre estas tecnologías parece ya tener un ganador. Los coches eléctricos a batería son más eficientes en el uso de energía renovable, mientras que los vehículos de hidrógeno enfrentan pérdidas significativas en la conversión de energía.
El coste de las baterías ha caído drásticamente en los últimos años, lo que hace que las eléctricas sean más asequibles. Brasil, con su enorme capacidad de generar energías renovables, como la eólica y la solar, tiene más que ganar invertir directamente en vehículos eléctricos que en infraestructuras complejas de hidrógeno.
La realidad brasileña: biocombustibles y electrificación
Si el hidrógeno enfrenta desafíos en Brasil, no se puede decir lo mismo de los biocombustibles. Líder mundial en la producción de etanol y biometano, el país ya cuenta con una infraestructura consolidada que da servicio a gran parte de su flota. No sorprende que estén en auge los modelos híbridos, como los de BYD, que combinan electricidad con el uso de etanol.
Mientras tanto, las ventas de coches eléctricos crecieron un 146% en 2023, reforzando la preferencia nacional por soluciones más prácticas y económicamente viables.
Escenarios futuristas: ¿Puede esta tecnología ganar terreno?
Aún así, el hidrógeno podría encontrar su lugar, especialmente en sectores específicos como el transporte pesado. Los camiones propulsados por pilas de combustible, por ejemplo, podrían aprovechar las ventajas de la autonomía y el repostaje rápido.
Proyectos como Shell y Toyota, que convierten el etanol en hidrógeno directamente en las gasolineras, demuestran que la tecnología puede adaptarse a la realidad Brasileño. Los avances en la producción de hidrógeno verde y las mejoras en la eficiencia de las pilas de combustible también podrían cambiar las reglas del juego en el futuro.