Descubre la historia de la lucha de la comunidad Guna en la isla Gardi Sugdub en Panamá, que está siendo tragada por el mar debido al cambio climático
La pequeña isla de Gardi Sugdub, ubicada en Panamá, enfrenta una amenaza inminente debido al cambio climático. El aumento del nivel del mar, acelerado por el calentamiento global, pone en riesgo la vida de los habitantes locales, que pertenecen a la comunidad Guna.
Considerados uno de los grupos indígenas más resilientes del país, los Guna viven en esta isla desde el siglo XIX. Sin embargo, el futuro de Gardi Sugdub parece cada vez más incierto.
En una medida que ha ganado atención internacional, la comunidad se está reubicando en el continente, buscando preservar su cultura pero enfrentando profundos desafíos.
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De la isla Gardi Sugdub a Isberyala: un nuevo comienzo en Panamá
En medio del escenario de transformación, Delfino Davies, uno de los líderes comunitarios guna, se mantiene firme al afirmar: “Si la isla se hunde, yo me hundiré con ella”. La frase refleja el profundo vínculo que él y muchos otros residentes tienen con la tierra, que para ellos es mucho más que un lugar físico, sino un símbolo de identidad y tradición.
Mirando el vacío que se ha apoderado de Gardi Sugdub, Delfino recuerda lo que una vez fue un lugar vibrante: “Antes, se podían escuchar niños gritando... música por todas partes, vecinos discutiendo. Pero ahora todos los sonidos han desaparecido”.
El traslado de Gardi Sugdub, que empezó a discutirse hace más de una década, se debe principalmente al aumento del nivel del mar, que ya está afectando las condiciones de vida en la isla.
Según científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Panamá, las tasas actuales de aumento del nivel del mar sugieren que Gardi Sugdub será inhabitable en 2050.
Además, las olas durante la temporada de lluvias invaden las viviendas, comprometiendo aún más la seguridad y la calidad de vida de los residentes.
Mudarse a un nuevo asentamiento, Isberyala, llevó a muchos miembros de la comunidad a dejar atrás sus casas de madera y hojalata y abordar barcos hacia nuevos hogares.
La nueva comunidad, ubicada a unos 15 minutos en barco desde la antigua casa, ofrece casas prefabricadas e infraestructura moderna. Sin embargo, la transición ha sido dolorosa.
“Es muy triste dejar un lugar donde has estado tanto tiempo. “Echas de menos a tus amigos, las calles donde vivías, estar tan cerca del mar”, comenta Magdalena Martínez, una de las vecinas que se mudó.
Aunque la nueva vivienda trae mayor comodidad, con electricidad constante y más espacio para el cultivo, según expresa la propia Magdalena, los cambios no son fáciles para todos.
La sensación de pérdida es palpable entre quienes permanecieron en Gardi Sugdub. La transición no es sólo física, sino también cultural. “La gente que pierde su tradición pierde su alma. “La esencia de nuestra cultura está en las islas”, reflexiona Delfino Davies.
El impacto cultural y los desafíos de la reubicación en medio del cambio climático
El impacto de mudarse de Gardi Sugdub a Isberyala va más allá de adaptarse a un nuevo hogar. Los Guna tienen una fuerte conexión con el mar, que es parte esencial de su identidad.
La pesca es una práctica tradicional vital para esta comunidad y la proximidad al océano es esencial para la preservación de sus prácticas culturales.
Sin embargo, la nueva realidad les exige adaptarse a una vida más urbana, donde la cultura tradicional Guna puede verse cuestionada.
Tito López, líder comunitario, dice que aunque las casas han cambiado, la identidad y cultura Guna seguirá viva. “Mientras la hamaca mantenga su lugar en la cultura Guna, el corazón del pueblo Guna seguirá vivo”, dice, refiriéndose a la tradición de utilizar hamacas como parte de la vida cotidiana.
Aún así, la infraestructura en Isberyala no es perfecta. Aunque la nueva comunidad se construyó con una importante inversión de aproximadamente US$15 millones del gobierno panameño y el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, aún quedan desafíos.
El agua potable sólo se suministra durante unas pocas horas al día y no hay atención médica disponible.
A construcción de un hospital El sitio se ha detenido debido a la falta de fondos, lo que constituye una gran preocupación para las familias que ahora dependen del transporte al continente para recibir atención médica.
El futuro de los guna y lecciones para el mundo
El caso de Gardi Sugdub y la reubicación del pueblo Guna sirven como ejemplo del impacto del cambio climático en las comunidades vulnerables.
Los expertos dicen que los cambios en el nivel del mar podrían afectar a millones de personas en zonas costeras de todo el mundo, obligando a comunidades enteras a reubicarse.
“Necesitamos aprender de estos primeros casos para entender cómo se ve el éxito”, dijo Erica Bower, investigadora de Human Rights Watch, destacando la importancia de analizar la adaptación de grupos como los Guna.
La adaptación al nuevo asentamiento trajo consigo nuevas oportunidades para algunos, como el pequeño Jerson, de ocho años, quien ya se ha acostumbrado a jugar en campos deportivos y espacios más grandes.
Para los adultos, sin embargo, la nostalgia y el apego a la tierra todavía son fuertes. Magdalena, quien ahora enseña a su nieta a coser molas, la colorida vestimenta tradicional de los Guna, ve esto como un esfuerzo para garantizar que sus raíces culturales no se pierdan. “Nuestras formas únicas de ser no pueden perderse”, afirma.
En medio de los desafíos de la reubicación, la comunidad Guna intenta preservar su cultura e identidad, adaptándose al nuevo entorno, pero sin olvidar sus orígenes.
La historia de Gardi Sugdub en Panamá es un reflejo de las luchas que enfrentan muchas otras comunidades alrededor del mundo, que también se ven obligadas a abandonar sus tierras en nombre de la supervivencia.
La cuestión no es sólo una cuestión de adaptación a nuevas condiciones de vida, sino también una lucha por mantener la esencia de lo que son, incluso frente a la adversidad.