Sale a la luz un escándalo financiero: las Fuerzas Armadas gastan 43 millones de reales anuales en pensiones sin un respaldo legal claro. Las prestaciones pagadas a familiares de militares expulsados, incluidos delincuentes, desafían la legislación y cuestionan el uso del dinero público. Los cambios propuestos prometen ajustes, pero ¿son suficientes?
Una revelación explosiva pone a las Fuerzas Armadas en el punto de mira: se gastan millones de reales anualmente en un plan de pensiones que desafía las normas legales y plantea serios interrogantes sobre la gestión de los recursos públicos.
El problema no sólo involucra grandes cantidades de dinero, sino que también beneficia a familiares de militares que han cometido delitos graves.
Este es el punto central de un informe técnico del Tribunal Federal de Cuentas (TCU), que detalla una práctica que parece estar fuera de la ley.
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Según el documento revelado por Portal de Metrópolis, Las Fuerzas Armadas destinan alrededor de 43 millones de reales al año para pagar pensiones por “muerte ficticia”.
Estas pensiones están destinadas a familiares de militares expulsados, muchos de los cuales estuvieron involucrados en delitos como homicidio, tráfico internacional de drogas e intento de violación.
La legislación actual, sin embargo, no prevé explícitamente este tipo de beneficios, lo que ha generado críticas y demandas de cambios.
¿Qué es la pensión por “muerte ficticia”?
La pensión por fallecimiento ficticia es una prestación controvertida. A diferencia de lo que ocurre con los militares fallecidos, este pago está destinado a familiares de exmilitares que se encuentran vivos pero excluidos de las Fuerzas Armadas.
Según el informe técnico del TCU, la práctica es resultado de una interpretación obsoleta y contraria a los principios constitucionales.
La auditoría concluyó que no existe un sustento legal claro para este beneficio, que sólo debería aplicarse en casos de fallecimiento.
El documento, adjunto a un proceso que se desarrolla desde noviembre de 2024, destaca que la continuidad de estas pensiones puede ser vista como un estímulo a malas conductas por parte de militares que buscan abandonar las Fuerzas Armadas de manera deshonrosa.
“El beneficio beneficia a los familiares de los militares expulsados, garantizando el acceso al sistema de pensiones militares sin que el fundador haya aportado durante toda su carrera”, señala la unidad de auditoría del TCU.
Casos que impactan por su gravedad
Entre los beneficiados por esta controvertida práctica se encuentra la familia del ex mayor Ailton Gonçalves Moraes Barros, expulsado del Ejército en 2006.
Fue imputado por la Policía Federal por intento de golpe de Estado y por defraudación de cartilla de vacunación contra el Covid-19. Su esposa, Marinalva Leite da Silva Barros, recibe una pensión de 22,8 reales mensuales.
Otro caso emblemático es el del ex sargento segundo Manoel Silva Rodrigues, condenado por tráfico internacional de drogas.
Expulsado de la Fuerza Aérea tras ser sorprendido transportando 38 kilos de cocaína en un avión de la FAB, su familia recibe 5,7 reales al mes. Estos son sólo dos ejemplos de un total de 530 beneficiarios catalogados por las Fuerzas Armadas en 2023.
Ministerio de Hacienda y propuestas de cambio
El tema del gasto en pensiones y jubilaciones en las Fuerzas Armadas ya estaba en la mira del Ministerio de Hacienda, que intenta equilibrar las cuentas públicas.
El fin de la pensión de muerte ficticia figura entre las propuestas del paquete fiscal, pero los cambios no deberían discutirse hasta el próximo año.
La Ley nº 3.765/1960, actualizada en 2019, determina que los militares que pierden su rango no tienen derecho a una jubilación regular, pero aún permite que sus dependientes reciban pensiones proporcionales a su antigüedad en el servicio.
Este vacío legal es el centro del debate actual, especialmente después del informe del TCU.
¿Qué dicen las autoridades?
Hasta el momento, el Ejército ha declarado que cumple con las medidas judiciales determinadas, pero no se ha pronunciado sobre el informe específico.
La Fuerza Aérea y la Armada, que fueron contactadas, tampoco presentaron una posición oficial. El Ministerio de Defensa, que supervisa las Fuerzas Armadas, prefirió no comentar al respecto.
Esta falta de respuestas oficiales ha generado aún más dudas y críticas sobre la transparencia en la administración de Recursos públicos asignados a las Fuerzas Armadas.
La presión para que se realicen cambios legislativos y una mayor supervisión no hace más que aumentar, con el objetivo de garantizar que el dinero público se utilice de manera justa y dentro de la ley.
Impactos y preguntas
El pago de pensiones de muerte ficticias plantea interrogantes no sólo sobre el impacto financiero en las arcas públicas, sino también sobre los valores y la ética dentro de las instituciones militares.
La continuidad de esta prestación podría crear un precedente peligroso, fomentando conductas inadecuadas en busca de ventajas de seguridad social.
¿Serán suficientes los cambios propuestos para corregir estas distorsiones? ¿O las nuevas lagunas legales permitirán que casos como estos sigan existiendo? La sociedad espera con impaciencia el resultado de este debate crucial para el futuro de las cuentas públicas brasileñas.