Los astrónomos descubren una nueva fuente de curiosas ondas de radio a 5.000 años luz de distancia
En los últimos años, una serie de intrigantes señales de radio han desafiado la comprensión de los astrónomos. La primera pista provino de un radiotelescopio en el desierto de Australia Occidental, que detectó una extraña señal de radio proveniente de 4.000 años luz de la Tierra.
La señal de radio parpadeaba como un púlsar, pero con un intervalo mucho más largo entre pulsos y una duración de pulso inusual.
Estas características, antes inexplicables, llevaron Cientistas para investigar más a fondo qué podría estar causando tales emisiones.
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Tras el descubrimiento de la primera señal de radio, se identificaron otras similares a distancias aún mayores, como una emitida a 15.000 años luz de distancia, lo que dificulta aún más la tarea de encontrar una explicación.
Pero fue un tercer descubrimiento, a unos 5.000 años luz de distancia, el que finalmente reveló el origen de estas misteriosas emisiones: un sistema estelar binario formado por una estrella enana roja y una enana blanca.
Descubrimientos que desafiaron a la ciencia
En 2022, los astrónomos descubrieron señales intermitentes registradas por el Matriz Murchison Widefield (MWA), un radiotelescopio de baja frecuencia.
El primer descubrimiento, conocido como GLEAM-X J162759.5−523504.3, Emitía ondas de radio que duraban entre 30 y 60 segundos, cada 18 minutos.
Sin embargo, esta señal dejó de emitirse en 2018, dejando a los científicos sin respuestas. En 2023, se encontró otra señal de radio, GPM J1839-10, a partir de observaciones adicionales del MWA.
Éste, a su vez, emitía ráfagas de ondas de radio con una frecuencia de 22 minutos, detectadas desde 1988.
Estas señales se atribuyeron inicialmente a los púlsares, que son estrellas de neutrones que emiten haces de ondas de radio a medida que giran.
Sin embargo, las características de las señales observadas no se corresponden exactamente con el comportamiento esperado de los púlsares, principalmente debido a su duración y a los intervalos específicos entre pulsos.
Hurley-Walker et al. )
La respuesta final: un sistema estelar poco común
El descubrimiento más reciente, GLEAM-X J0704-37, resultó ser la clave para comprender estos signos.
Detectado en una región del cielo mucho menos congestionada, este señal de radio peculiar se remonta a una estrella fallida en una región distante de la Vía Láctea, en la constelación de Cachorros.
Un análisis espectral de la estrella reveló que se trataba de una enana roja de tipo M, un tipo de estrella muy común en la galaxia, pero invisible a simple vista debido a su baja luminosidad.
Sin embargo, la mera presencia de una enana roja no explica las emisiones de radio. El equipo de astrónomos dirigido por el astrofísico. Natasha Hurley-Walker sugirió que había algo más en este sistema estelar: una enana blanca, el remanente colapsado de una estrella muerta.
Este objeto ultradenso, con hasta 1,4 veces la masa del Sol, puede estar generando rayos de radio a partir de interacciones con la enana roja.
¿Qué hay detrás de las ondas de radio?
Los cálculos indican que dos estrellas pueden estar en órbitas lo suficientemente cercanas como para que la enana blanca esté acumulando material de la enana roja.
Este proceso de “alimentación” podría generar las ondas de radio observadas, con intensos haces que emergen de los polos de la enana blanca.
Aunque todavía no hay una notificación directa de la presencia de la enana blanca, se están realizando más observaciones, tanto en radio como en ultravioleta, para confirmar esta teoría.
Si se confirma, este descubrimiento convertiría al GLEAM-X J0704-37 en uno de los tipos de púlsares más raros conocidos: un púlsar enana blanca.
Tal descubrimiento no sólo ayudaría a resolver el misterio de estas curiosas señales, sino que también ampliaría nuestra comprensión de los sistemas binarios y las características que ocurren cuando estrellas de diferentes tipos interactúan de maneras tan complejas.
Este estudio, liderado por una colaboración astronómica internacional, promete redefinir nuestro conocimiento sobre las estrellas, sus interacciones y las misteriosas emisiones de radio que continúan desafiando a los científicos con cada nuevo descubrimiento.