La asociación entre China y Rusia acaba de alcanzar un hito histórico con la inauguración de la Ruta del Este, considerada uno de los gasoductos más grandes del planeta. El proyecto, que comenzó a funcionar este lunes, es un coloso de 5.111 kilómetros de longitud, capaz de transportar hasta 38 millones de metros cúbicos de gas natural al año desde Rusia a China.
La Ruta del Este, que se extiende desde Heihe, en el norte de China, hasta la metrópoli de Shanghai, es el gasoducto más grande jamás construido en el país asiático. Forma parte de uno de los cuatro corredores energéticos nacionales de China, divididos en rutas norte, central y sur, y juega un papel fundamental en la diversificación de las fuentes energéticas de la nación.
Además de garantizar el suministro de gas natural a regiones críticas como Beijing-Tianjin-Hebei, el delta del río Yangtze y las provincias del noreste, el gasoducto promete servir a más de 450 millones de personas en nueve provincias y regiones, consolidando su posición como uno de los gasoductos más grandes del planeta.
La cooperación energética crece en medio de tensiones globales
La inauguración del gasoducto simboliza el cierre colaboración entre China y Rusia, especialmente en un momento en el que Moscú redirige su foco energético hacia Asia. Después de las sanciones occidentales y los daños a los gasoductos Nord Stream, que abastecían a Europa, Rusia intensificó sus exportaciones a sus socios asiáticos, en particular a China.
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El oleoducto East Route es un claro reflejo de este cambio. Recientemente, los gigantes Gazprom, de Rusia, y CNPC, de China, firmaron nuevos acuerdos para incrementar la oferta. A finales de este año, Gazprom anunció que entregará mil millones de metros cúbicos adicionales de gas a China. Al mismo tiempo, el gasoducto Poder de Siberia, que opera desde 1, también vio incrementada su capacidad diaria, consolidando el flujo de energía entre los dos países.
El impacto global de uno de los gasoductos más grandes del planeta
Además de fortalecer la seguridad energética de China, la Ruta del Este destaca la capacidad de Rusia para reposicionar sus exportaciones de gas en medio de un panorama geopolítico desafiante. Para ambos países, el oleoducto no es sólo una hazaña de ingeniería monumental, sino también un símbolo de una asociación estratégica que promete dar forma al futuro de la energía global.
Esta unión entre China y Rusia demuestra que, incluso frente a las tensiones globales, el gas natural sigue siendo un vínculo crucial para el desarrollo económico y energético.