Los científicos han analizado el ADN de momias encontradas en el Sahara que tienen alrededor de 7.000 años de antigüedad y han descubierto evidencias de una sociedad hasta ahora desconocida. La investigación revela características genéticas únicas y ayuda a reconstruir la presencia de civilizaciones antiguas que habitaron la región antes de que se transformara en un desierto.
Hace unos 7.000 años, dos mujeres fueron enterradas en lo que hoy es el suroeste de Libia. No estaban en un desierto como el actual Sahara, sino en una sabana. El lugar, lleno de lagos y vegetación, permitía la pesca, la agricultura y el pastoreo. Los cuerpos de estas momias saharianas fueron preservados por tiempo seco.
Ahora han proporcionado a los científicos uno de los materiales genéticos más valiosos de la historia: genomas casi completos de un grupo humano previamente desconocido.
El descubrimiento fue publicado en la revista. Nature y trajo una sorpresa. Estas mujeres pertenecían a un linaje humano aislado, distinto a todo lo conocido hasta la fecha.
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ADN antiguo en medio del desierto
Los cuerpos fueron encontrados en Takarkori, un refugio rocoso en las montañas Tadrart Acacus. El sitio ya era conocido por excavaciones anteriores. Los investigadores encontraron allí 15 tumbas humanas. Entre ellas, las dos mujeres que cambiarían la comprensión de la presencia humana en el norte de África.
Utilizando técnicas avanzadas, los científicos han extraído ADN de los huesos de estas momias del Sahara. Incluso con el tiempo y las condiciones, lograron recuperar cientos de miles de marcadores genéticos. Esto permitió secuenciar el genoma completo.
El genetista Johannes Krause, del Instituto Max Planck, dijo a la revista Enfoque científico que los resultados fueron impresionantes. "En el momento en que vivían, estas personas eran casi como fósiles vivientes, como algo que no debería estar allí. Si me hubieras dicho que estos genomas tienen 40.000 años, te habría creído.", Él afirmó.
Un linaje aislado en el Sahara verde
Los genomas de las mujeres mostraron un linaje previamente no identificado. No se parecía al de las poblaciones africanas actuales. Tampoco era idéntico a los grupos antiguos conocidos en la región.
Sorprendentemente, los parientes genéticos más cercanos estaban muy lejos: entre ellos, los cazadores-recolectores que vivieron hace 15.000 años en Marruecos e incluso un individuo de 45.000 años en lo que hoy es la República Checa.
Esto indica que el grupo Takarkori permaneció aislado durante milenios, incluso en una época en que el Sahara era verde y permitía el movimiento entre regiones.
Contacto cultural, pero no genético
A pesar del aislamiento genético, los Takarkori mantuvieron contacto con otros grupos. Los arqueólogos han encontrado cerámica de diferentes regiones. También se encontraron objetos procedentes del valle del Nilo y del África subsahariana.
Savino di Lernia, arqueólogo de la Universidad La Sapienza de Roma y coautor del estudio, destacó esta contradicción. "Ahora sabemos que estaban aislados genéticamente, pero no culturalmente.", le dijo a CNN.
En otras palabras, hubo un intercambio de ideas y tecnologías. Pero la sangre Takarkori ha permanecido prácticamente intacta durante milenios.
Conexiones con el pasado más remoto del Sahara
Los investigadores también analizaron la presencia de genes heredados de los neandertales. En las mujeres Takarkori, esta presencia era pequeña: alrededor de una décima parte de lo que se observa en las poblaciones modernas fuera de África. Aun así, era más alta que entre los africanos subsaharianos.
Esto sugiere que el grupo se originó a partir de una población que ya se había mezclado con los neandertales. Posteriormente habría migrado al Sahara, donde quedó aislado.
Este aislamiento sólo terminó con el cambio climático. Cuando el Período Húmedo Africano llegó a su fin, el Sahara volvió a convertirse en un desierto. Sin agua, las comunidades locales desaparecieron o migraron. El linaje Takarkori no resistió.
Aclarando viejas dudas
El descubrimiento ayuda a comprender la ascendencia de otro grupo misterioso: los recolectores de Taforalt en Marruecos. Anteriormente, los científicos creían que tenían una mezcla de genes del Levante y del África subsahariana.
Pero los nuevos datos indican lo contrario. La “parte africana” de los Taforalt puede provenir de un grupo similar a los Takarkori, y no de pueblos más al sur.
Según los autores del estudio, este linaje Takarkori puede haberse extendido por el norte de África a finales del Pleistoceno. Más tarde, con la desertificación, estos grupos comenzaron a fragmentarse y desaparecer.
Ecos de un mundo perdido
Los descubrimientos también arrojan nueva luz sobre sitios enigmáticos como la “Cueva de los Nadadores” en Egipto. En él, artistas antiguos pintaron figuras nadando, algo que parecía imposible en medio del desierto. Pero ahora se sabe que la región una vez estuvo llena de lagos.
Carles Lalueza-Fox, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, destacó la importancia de esta revelación. Según él, el estudio muestra un linaje humano separado del resto de africanos durante casi 50.000 años.
Los científicos creen que, aunque la comunidad Takarkori ha desaparecido, parte de su ADN aún sobrevive en las poblaciones modernas del norte de África.
Un estudio, muchas preguntas
A pesar del impacto, el estudio sólo analizó las dos momias del Sahara. Por lo tanto, los investigadores recomiendan cautela. Mary Prendergast, antropóloga de la Universidad Rice, señaló que incluso dos personas pueden cambiar nuestra visión del pasado. Pero reforzó la necesidad de más datos para confirmar las conclusiones.
Mientras tanto, el descubrimiento ofrece una nueva mirada al Sahara. Una región que una vez fue viva, verde y habitada por un pueblo que intercambió culturas, pero mantuvo intacta su identidad genética.
Los genomas de Takarkori revelan un capítulo casi olvidado de la historia humana. Un capítulo que comienza en un refugio de piedra en el desierto y que resuena hasta nuestros días en los genes de los pueblos del norte de África.
Con información de ZME Science.