Un estudio muestra que las partículas liberadas por las pastillas de freno pueden ser más peligrosas que los gases de la quema de combustible, afectando la calidad del aire y la salud.
La contaminación del aire es un problema global, asociado con millones de muertes prematuras cada año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cuando pensamos en la contaminación en las ciudades, los gases de escape de los vehículos, especialmente los que funcionan con diésel, suelen considerarse como el principal culpable. Sin embargo, un estudio reciente ha revelado que algo aún más tóxico y pasado por alto puede estar dañando nuestra salud: el polvo liberado por las pastillas de freno desgastadas.
Este polvo, parte del llamado “emisiones no derivadas del escape“, incluye partículas generadas por la fricción de los neumáticos, los frenos y el propio vehículo asfalto.
Según los investigadores, este tipo de emisiones ya ha superado las emisiones de los tubos de escape en muchos países europeos. Lo más alarmante es que se ha demostrado que el polvo de las pastillas de freno es más dañino para las células pulmonares que las partículas del diésel.
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El experimento de laboratorio
Para llegar a esta conclusión, los científicos cultivaron células pulmonares en el laboratorio, simulando el revestimiento interno de los pulmones humanos.
Estas celdas estuvieron expuestas al polvo de frenos y a partículas de escape diésel. El resultado fue sorprendente: las células expuestas al polvo de freno mostraron daños significativos, con respuestas inflamatorias vinculadas a enfermedades respiratorias graves como cáncer, asma y fibrosis pulmonar.
Curiosamente, las pruebas mostraron que el cobre presente en estas partículas juega un papel crucial en la toxicidad observada.
Cuando se trató el polvo para neutralizar el cobre, el impacto nocivo sobre las células pulmonares se redujo significativamente.
A pesar de ello, la normativa actual en Reino Unido, por ejemplo, todavía se centra únicamente en las emisiones de escape, ignorando por completo este tipo de contaminante.
Toxicología de partículas y fibras , 2025)
El pasado tóxico de las pastillas de freno
Las pastillas de freno antiguamente estaban hechas de amianto, un material eficaz para lidiar con el calor generado por la fricción, pero que es altamente tóxico.
El amianto fue prohibido en el Reino Unido en 1999 debido a su relación con enfermedades respiratorias graves como la asbestosis y el cáncer de pulmón. Con la prohibición surgieron alternativas, como las pastillas orgánicas sin amianto (NAO).
Sin embargo, el estudio reveló un hecho irónico: el polvo liberado por estas tabletas de NAO, creadas para ser más seguras, resultó ser el más tóxico entre las opciones probadas. Causó más daño a las células pulmonares que el polvo de escape del diésel, desafiando la percepción común de que los frenos eran un problema secundario.
El análisis químico de estas partículas reveló altos niveles de metales, especialmente cobre. El cobre es un metal esencial para varias funciones biológicas, pero cuando se inhala en altas concentraciones, puede causar inflamación pulmonar y otros daños.
Estudios previos ya habían asociado el exceso de cobre en el aire con un deterioro de la función respiratoria y un aumento de la mortalidad.
El papel de los vehículos eléctricos
Con el crecimiento de la flota de vehículos eléctricos (VE), muchos esperaban una reducción significativa de la contaminación urbana. Si bien los vehículos eléctricos eliminan las emisiones del tubo de escape, no resuelven el problema de las emisiones que no provienen del tubo de escape.
Por el contrario, la tendencia es que esta contaminación aumente, ya que los VE, debido a sus pesadas baterías, suelen tener más masa, generando mayor desgaste en neumáticos, frenos y asfalto.
Aunque los sistemas de frenado regenerativo –que reducen la velocidad del vehículo mediante el motor eléctrico– reducen el uso de los frenos tradicionales, los vehículos eléctricos siguen teniendo frenos de fricción, que son los responsables de la emisión de estas partículas tóxicas. Por tanto, la etiqueta “emisión cero” no refleja toda la realidad medioambiental de estos vehículos.
Normativas e innovaciones en el horizonte
La introducción de la norma de emisiones Euro 7, prevista para noviembre de 2026, promete establecer límites a las emisiones de polvo de freno.
Este cambio podría alentar a la industria automotriz a desarrollar materiales menos tóxicos y adoptar mecanismos que capturen estas partículas antes de que se transmitan al aire.
En Estados Unidos, estados como California y Washington ya han tomado la iniciativa de restringir el uso de cobre en las pastillas de freno, principalmente debido a preocupaciones ambientales sobre la contaminación de las vías fluviales.
Estas regulaciones, aunque están motivadas por la conservación acuática, también pueden traer beneficios para la salud pública al reducir la exposición humana a este metal.
Un peligro invisible en el aire
Se estima que las emisiones no provenientes de los tubos de escape representan alrededor del 60% de las partículas emitidas por los vehículos en el Reino Unido.
Este porcentaje tiende a crecer con el aumento del parque eléctrico. Estas partículas, invisibles a simple vista, penetran profundamente en el sistema respiratorio y pueden llegar al torrente sanguíneo, afectando a diversos órganos.
El desafío ahora es convencer a las autoridades y a los fabricantes de que amplíen las regulaciones para tener en cuenta estas emisiones ocultas y peligrosas. La reformulación de las pastillas de freno, con materiales menos nocivos, parece una medida urgente y viable.
El aire que respiramos en las ciudades está lleno de estas partículas invisibles, que provienen no sólo de los tubos de escape, sino también de los frenos, los neumáticos y el desgaste de la carretera.
La ciencia ahora lo deja claro: ignorar estas emisiones es descuidar una amenaza silenciosa a la salud pública. El siguiente paso depende de la acción conjunta entre gobiernos, industrias y sociedad para enfrentar este riesgo aún poco conocido pero de profundo impacto.
Estudio disponible en particleandfibretoxicology e información de la conversación.