Henry Ford popularizó el uso de la línea de montaje en 1913, marcando el inicio de la producción en masa moderna.
A principios del siglo XX, una idea cambió la forma en que el mundo produce bienes: la cadena de montaje. A partir de ahí, un sistema organizado permitió ensamblar los productos de forma secuencial, siendo cada trabajador responsable de una única tarea.
Este cambio fue notable. La producción se ha vuelto más rápida, más barata y más eficiente. Pero a pesar de que a menudo se le asocia con Henry Ford, no fue el primero en imaginar este concepto.
Antes de Ford: Las raíces de la línea de montaje
La cadena de montaje no surgió de la nada. Según Maurice Kilbridge y Leon Bridges, autores del estudio Un modelo económico para la división del trabajo, a partir de 1966, la idea de dividir tareas entre distintos trabajadores ya existía mucho antes de la Revolución Industrial.
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La división técnica del trabajo, según explican, es un fenómeno viejo y natural. Sin embargo, fue en el contexto industrial donde se perfeccionó.
Ford no inventó la línea de montaje. Pero él la transformó.
Analizó los procesos existentes y los llevó a un nuevo nivel de eficiencia, aplicando principios que revolucionarían la producción a gran escala.
La revolución en Highland Park
En 1913, la planta de Ford en Highland Park, Michigan, dio un paso decisivo: creó la línea de montaje móvil. La idea era simple, pero poderosa.
Con ayuda de una cinta transportadora, el chasis de un vehículo pasaba por varias estaciones. En cada uno de ellos los trabajadores realizaban tareas específicas.
En lugar de ensamblar un coche entero, cada trabajador instaló una pieza. Este sistema redujo el tiempo de montaje y permitió una producción mucho mayor.
Al principio la línea se movía mediante un sistema de poleas. Luego se adoptó un mecanismo de cadena móvil. El resultado fue impresionante: un Modelo T podía montarse en sólo noventa minutos.
El impacto en el precio y la industria
La eficiencia lograda con la línea de montaje modificó los precios. En 1908, el Modelo T costaba 825 dólares. En 1925, su precio había bajado a 260 dólares. Este recorte hizo que los automóviles fueran asequibles para una porción más grande de la población.
Con este éxito, otras industrias siguieron su ejemplo. El sector de procesamiento de carne y otras áreas de fabricación también comenzaron a utilizar la línea de montaje. La lógica era la misma: simplificar el proceso, dividir las tareas y acelerar la producción.
Piezas intercambiables: una parte esencial del proceso
Uno de los elementos centrales de la línea de montaje era el uso de piezas intercambiables. En otras palabras, piezas fabricadas con tamaños y patrones exactos, capaces de ser reemplazadas sin necesidad de ajustes manuales.
Este concepto se atribuye a menudo a Eli Whitney, conocido por inventar la desmotadora de algodón.
Sin embargo, entre los historiadores existe un debate sobre el origen real de esta técnica. Aun así, la estandarización de las piezas fue crucial para el funcionamiento eficaz de la línea de montaje.
Un nuevo ritmo de trabajo
Con la nueva organización del trabajo, Ford también introdujo la llamada “jornada laboral de 5 dólares al día”. Era más del doble del salario que se pagaba anteriormente. Además, el viaje se redujo en una hora. Los trabajadores ahora tienen horarios más definidos.
Ford también promovió la semana laboral de cinco días, aunque no todos los empleados se beneficiaron de ella.
Vale la pena recordar que la semana laboral de 40 horas no fue creada por Ford. Esta era una reivindicación de larga data de los sindicatos y de los trabajadores en aquel momento.
El lado oscuro de la innovación
No todo fue progreso. La cadena de montaje también trajo problemas para los trabajadores. Antes, un grupo podía montar un coche entero.
Ahora los trabajadores estaban limitados a tareas repetitivas y a menudo agotadoras. La rutina era rígida y el ritmo rápido.
Esto causó aburrimiento, insatisfacción e incluso agotamiento físico. Un trabajador informó: “La máquina en la que trabajo funciona a una velocidad tan increíble que no puedo dejar de pisarla para seguirle el ritmo. La máquina es mi jefe.”La frase resume bien los sentimientos de muchos.
Además, el famoso “día de cinco dólares" tenía sus exigencias. El trabajador solo recibía el pago completo si se le consideraba "valioso.
La empresa evaluó los hábitos y estilo de vida de sus empleados. La Escuela de Inglés Ford y el Departamento de Sociología de la empresa controlaban quién merecía el salario completo.
Stephen Meyer, profesor e historiador, explicó: “Sin embargo, recibían sus ganancias sólo si eran "dignos", o tenían hábitos y estilo de vida adecuados y vivían en casas decentes.” Los programas internos orientaron a los inmigrantes sobre lo que la empresa consideraba “el estilo de vida americano apropiado” De este modo, la cadena de montaje se extendió a la vida privada de los trabajadores.
Cadena de montaje en la guerra
Durante la Segunda Guerra Mundial, la cadena de montaje adquirió aún más importancia.
La producción de equipo militar necesitaba ser rápida y eficiente. Se reorganizaron las fábricas. En lugar de coches, comenzaron a ensamblar aviones, armas y otros productos bélicos.
Un ejemplo fue la planta de Willow Run en Michigan. Construido por Ford, se dedicó a la producción de bombarderos B-24 Liberator. La línea de montaje ayudó a mantener el intenso ritmo necesario para abastecer el esfuerzo bélico.
Con la escasez de mano de obra, muchas mujeres comenzaron a trabajar en líneas de montaje. Luego vino la imagen icónica de “Rosie la remachadora”, símbolo de las mujeres que contribuyeron al esfuerzo bélico en EE. UU. Demostraron su capacidad en roles que antes ocupaban casi exclusivamente hombres.
El legado de la cadena de montaje
La creación de la línea de montaje móvil del Modelo T no se limitó al sector automovilístico. Se ha adoptado en diferentes sectores y continúa utilizándose hoy en día, con muchas actualizaciones.
Hoy en día, las fábricas cuentan con sistemas de monitoreo computarizado, análisis de datos en tiempo real y controles de calidad automáticos. El principio de división del trabajo se mantiene, pero las herramientas han evolucionado con la tecnología.
La línea de montaje no sólo transformó la manera en que producimos, sino que también dio forma a la sociedad industrial moderna.
Permitió un mayor acceso a los bienes de consumo, cambió las relaciones laborales e influyó en las estructuras sociales. Y a pesar de las críticas y los desafíos, sigue siendo un fundamento de la producción moderna.
El modelo de línea de montaje que Ford ayudó a desarrollar cambió el mundo, literalmente. Redujo costos, aumentó la productividad e influyó en todo, desde la industria automotriz hasta la producción de armas y el mercado laboral femenino. Incluso hoy en día, su lógica guía fábricas de todo el planeta. Y su historia continúa.