Descubierto a 124 años luz de la Tierra, K2-18 b tiene una atmósfera rica en metano y dióxido de carbono, la posible presencia de sulfuro de dimetilo, un gas relacionado con la vida en la Tierra, y condiciones que intrigan a los científicos de la NASA.
La NASA ha dado un emocionante paso adelante en la exploración del universo. El exoplaneta K2-18 b, situado a 124 años luz de la Tierra, ha revelado signos que pueden indicar la presencia de vida. Este descubrimiento fue posible gracias al poder del Telescopio Espacial James Webb, que continúa revolucionando nuestra comprensión de mundos distantes.
¿Qué hace que el K2-18 b sea tan especial?
Con un radio 2,6 veces mayor y una masa 8,6 veces mayor que la Tierra, K2-18 b es una verdadera súper Tierra. Orbita en la llamada “zona habitable” de su estrella, donde las condiciones podrían permitir la existencia de agua líquida. Esta característica ya lo pone como un candidato fuerte para albergar vida.
Según la NASA, K2-18 b tiene una atmósfera rica en metano y dióxido de carbono, con una sorprendente ausencia de amoníaco. Estas características sugieren la presencia de un vasto océano debajo de una densa capa de hidrógeno, lo que lo diferencia de otros exoplanetas conocidos.
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La firma química que llamó la atención
Un detalle que intrigó a los científicos fue la posible detección de sulfuro de dimetilo (DMS) en su atmósfera. En la Tierra, este compuesto es producido exclusivamente por la vida, como el fitoplancton en los océanos. ¿Pasa algo parecido allí?
Si se confirma, DMS sería una firma biológica crucial. Esto convertiría a K2-18 b en un hito para la astrobiología, incluso si el condiciones internas del planeta pueden ser extremos, como océanos muy calientes o presiones insoportables para formas de vida conocidas.
Cómo el telescopio James Webb de la NASA marcó la diferencia
El Telescopio Webb permite identificar moléculas específicas en las atmósferas de planetas distantes. Gracias a esta tecnología, fue posible identificar compuestos como DMS en K2-18 b, lo que antes era solo un sueño para los científicos.
En 2024, Webb dedicó ocho horas a K2-18 b. Los próximos pasos de la NASA incluyen confirmar las biofirmas y explorar otros aspectos del planeta. Cada observación nos acerca a comprender si realmente puede albergar vida.
El impacto en la búsqueda de vida extraterrestre
K2-18 b es parte de una clase de planetas llamada Hycean. Son más grandes que la Tierra y tienen atmósferas densas, ideales para estudiar biofirmas. Esto amplía los horizontes en la búsqueda de vida más allá de los planetas rocosos.
Aunque K2-18 b no sustenta la vida, ofrece una oportunidad única de estudio. Comprender su composición y dinámica atmosférica ayuda a refinar nuestros criterios para encontrar planetas habitables.
El descubrimiento de la NASA de K2-18 b es un hito en astrobiología. Nos recuerda que el universo todavía guarda misterios extraordinarios y que estamos más cerca que nunca de responder la pregunta: ¿estamos solos? Ya sea por su rica atmósfera o por las posibilidades de vida, K2-18 b sigue inspirando a científicos y soñadores a explorar las estrellas.