La reducción del nivel de los embalses de agua motivó la activación de plantas termoeléctricas, lo que encareció las facturas de electricidad.
La llegada de la sequía redujo aún más el nivel de los embalses de agua del país y aumentó los costos de producción de energía eléctrica, encareciendo la factura eléctrica de los brasileños. Para el mes de mayo, la Aneel (Agencia Nacional de Energía Eléctrica) activó la tarifa bandera roja nivel 1, que cobra el valor de R$ 4,169 por cada 100 kWh consumidos. Sin perspectivas de abaratar el costo de producción, los consumidores son conscientes de la posibilidad de utilizar fuentes complementarias para reducir el impacto en sus bolsillos.
Según la Aneel, el balance hidrológico 2020-2021 presentó el peor resultado histórico del Sistema Interconectado Nacional (SIN), medido desde 1931. Con el inicio del período seco y la reducción de embalses, la situación se tornó aún más desfavorable para la producción de energía por centrales hidroeléctricas, siendo necesaria la activación del parque termoeléctrico, lo que incrementó los costos.
Ya informados sobre el impacto en la factura de la luz, los consumidores están preocupados por cuánto tiempo durará la situación. Proyección realizada por MegaWhat Consultoría establece que la bandera roja nivel 1 también deberá activarse en julio, agosto, septiembre y octubre. En los demás meses del año, la previsión es que esté en vigor la bandera amarilla, que cobra R$ 1,343 por cada 100 kWh consumidos.
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Se descarta crisis energética
El Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) garantiza que Brasil no corre el riesgo de enfrentar una crisis de escasez de energía, pero confirma que los mayores costos deben mantenerse hasta fin de año.
Como medida preventiva, el Comité de Seguimiento del Sector Eléctrico (CMSE) aprobó medidas adicionales para atender la demanda, como la mayor activación de termoeléctricas e incluso importando energía de otros países sudamericanos, como Uruguay y Argentina.
Las energías eólica y solar ganan protagonismo
El desafiante escenario deja espacio para que otras fuentes de energía ganen cada vez más protagonismo en el país, como la eólica y la solar. El interés de los consumidores ya viene creciendo en los últimos años y, en el mediano plazo, puede contribuir a la consolidación del uso de estas alternativas.
La energía eólica alcanzó los 18 GW de capacidad instalada, según la Asociación Brasileña de Energía Eólica (ABEEólica). La industria fotovoltaica, por su parte, registró un crecimiento del 70% en la instalación de paneles solares el año pasado, en comparación con 2019, según información de la Asociación Brasileña de Energía Solar Fotovoltaica (ABSOLAR). La ampliación corresponde a una capacidad de 7,5 GW, equivalente a casi la mitad de la capacidad de la usina hidroeléctrica de Itaipu.
Alquiler de generador
En el corto plazo, la crisis hídrica que vive el país debe conducir a un aumento de uso de energía temporal. Para mitigar riesgos y ahorrar en la factura de la luz, los consumidores tienden a exigir el arrendamiento de generadores.
Para empresas e industrias, estos dispositivos ya se usan comúnmente como parte de la planificación de costos de energía. Los generadores también son demandados comúnmente por las propiedades rurales, especialmente las más alejadas, para la implementación de sistemas de autoproducción.