La creatividad en tiempos de guerra alcanza niveles sorprendentes, y Ucrania acaba de mostrar al mundo una táctica sin precedentes: el uso de un Toyota Mirai como arma de guerra.
En medio del devastador conflicto con Rusia, donde la tecnología militar se mezcla con ingeniosas improvisaciones, un automóvil originalmente diseñado para ser una solución ecológica terminó transformado en un instrumento de destrucción.
La ciudad de Vovchansk, en el este de Ucrania, fue escenario de una escena que, a primera vista, parece sacada de una película de ciencia ficción. En junio de 2024, las fuerzas ucranianas encontraron un Toyota Mirai averiado entre los escombros de la ciudad, que sigue siendo una zona de intensa disputa.
Este modelo de coche propulsado por hidrógeno, cuya tecnología se considera una esperanza para un futuro sostenible, Terminó ganando un papel completamente inesperado en uno de los enfrentamientos más feroces de la guerra.
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Toyota Mirai: de la innovación japonesa a la zona de guerra
El Toyota Mirai, conocido por ser uno de los primeros vehículos propulsados por hidrógeno vendidos en el mundo, fue desarrollado en Japón con el objetivo de promover la movilidad sostenible.
Sin embargo, el vehículo que acabó en Vovchansk cumplía una función que nunca pasó por la mente de sus ingenieros japoneses.
Obediente informado por el portal Euro Maidan, este sedán, cuyo nombre significa “futuro” en japonés, se convirtió en pieza central de un ataque planeado por las fuerzas ucranianas.
Tras ser impactado durante un combate en la ciudad, el vehículo, que cuenta con tanques de hidrógeno de alta resistencia, llamó la atención de los soldados ucranianos.
Al reconocer el potencial destructivo del combustible contenido en los cilindros del Mirai, los militares decidieron utilizar el tanque de hidrógeno como parte de un arma improvisada.
La transformación del Toyota Mirai en una bomba
Los tanques de hidrógeno del Toyota Mirai fueron diseñados para soportar colisiones severas, como las que involucran camiones de alta velocidad.
Sin embargo, la fuerza de este componente es lo que lo convirtió en una opción ideal para un artefacto explosivo. Los soldados ucranianos, en una muestra de improvisación y desesperación, cubrieron el tanque con explosivos plásticos para aumentar su potencial destructivo.
Utilizando un dron terrestre, un vehículo improvisado en talleres locales, la bombona de hidrógeno fue transportada hasta una torre ocupada por francotiradores rusos. Cuando se detonó, la explosión resultante equivalió a 1.778 kg de TNT, generando una onda de choque masiva y una seta de humo que se elevó sobre el campo de batalla.
Consecuencias inciertas
Si bien la explosión fue de gran magnitud, aún se desconocen los resultados concretos en términos de ganancia territorial o impacto estratégico.
El uso del Toyota Mirai como arma es otro reflejo más de la imprevisibilidad y brutalidad de la guerra, donde incluso los símbolos de esperanza e innovación pueden tergiversarse para servir a propósitos destructivos.
El destino de la ciudad de Vovchansk sigue indeciso, al igual que el futuro de la guerra entre Ucrania y Rusia. El episodio que involucra a los Mirai es un amargo recordatorio de cómo la guerra puede subvertir incluso las innovaciones humanas más pacíficas, convirtiéndolas en instrumentos de destrucción.
El Toyota Mirai, diseñado para ser una visión del futuro, es ahora parte de una oscura narrativa de guerra, donde la lucha por la supervivencia supera cualquier intención original de paz y progreso.
La pregunta que queda es: ¿hasta dónde puede llegar la creatividad en la guerra y cuáles serán las próximas innovaciones que se subvertirán con fines militares?