Elon Musk, el multimillonario de SpaceX, se enfrenta a curiosas restricciones en su propia empresa. A pesar de liderar la revolución espacial, no tiene acceso a proyectos ultrasecretos. ¿La razón? Una combinación explosiva de protocolos de seguridad, historial de consumo de drogas y conexiones internacionales controvertidas. Ahora, incluso su futuro político puede interferir con sus ambiciones.
Detrás del brillo de las misiones espaciales, se esconden secretos que involucran al excéntrico Elon Musk y su propia creación, SpaceX.
A pesar de ser el fundador de la empresa que revolucionó el sector aeroespacial, Musk se mantiene alejado de los detalles más sensibles de algunos de los proyectos más secretos de la compañía.
Pero ¿qué llevaría al magnate a no tener pleno acceso a lo que sucede en su propia organización?
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La respuesta está en una combinación de burocracia gubernamental, protocolos de seguridad y cuestiones personales controvertidas que hacen que el escenario sea aún más intrigante.
Musk y los límites de la seguridad ultrasecreta
Elon Musk posee una de las autorizaciones de seguridad más altas otorgadas a civiles en Estados Unidos: la clasificación de “alto secreto”.
Sin embargo, incluso con este privilegio, no tiene acceso ilimitado a los contratos más sensibles que SpaceX mantiene con el gobierno estadounidense.
De acuerdo con Wall Street Journal, más de 400 empleados de SpaceX tienen autorizaciones aún más restringidas, conocidas como “información sensible compartimentada” o “programas de acceso especial”.
Este tipo de permiso sólo se otorga a quienes trabajan directamente en misiones específicas, como el misterioso proyecto de espionaje llamado Starshield. Musk, sin embargo, no forma parte de este grupo exclusivo.
El proyecto Starshield y secretos fuera del alcance de Musk
Starshield es una de las empresas más secretas de SpaceX.
Según la información disponible en el sitio web oficial de la empresa, ofrece una red de comunicación segura para agentes de inteligencia y la capacidad de “alojar cargas útiles” y “monitorear la superficie del planeta”.
Estas operaciones hacen uso de la infraestructura de red Starlink, famosa por brindar internet satelital en todo el mundo.
Sin embargo, Musk no conoce detalles sobre qué transportan los satélites Starlink ni cuándo se realizan los lanzamientos de defensa.
Además, el multimillonario ni siquiera puede acceder a las instalaciones donde se desarrolla Starshield, lo que le deja aislado de uno de los mayores pilares de los contratos gubernamentales de su propia empresa.
El consumo de drogas y sus implicaciones.
Una de las razones que impide a Musk obtener permisos más restrictivos es su controvertido historial relacionado con el consumo de drogas.
El empresario ya ha admitido públicamente haber consumido marihuana, cocaína, LSD y ketamina.
Además, en 2018 fumó marihuana durante una entrevista en el podcast de Joe Rogan, lo que generó repercusiones negativas en varios ámbitos, incluidas las revisiones de seguridad a las que fue sometido.
De acuerdo con Wall Street Journal, los ejecutivos de SpaceX aconsejaron a Musk que no solicitara autorizaciones de seguridad más altas.
Temen que su comportamiento pasado, combinado con sus conexiones internacionales, como con el presidente ruso Vladimir Putin, pueda comprometer la revisión de su elegibilidad.
Política y juegos de influencia.
Con la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, se especula que la relación de Musk con el líder republicano podría cambiar el escenario.
Como presidente, Trump tiene autoridad para intervenir en los criterios de acceso a la información confidencial del país.
Esto significa que, si Musk busca apoyo político, podría superar las barreras que actualmente limitan su conocimiento de los proyectos más secretos de SpaceX.
Por otro lado, cualquier incumplimiento por parte de Musk de mantener su autorización de “alto secreto” tendría graves consecuencias, no sólo para él, sino también para los contratos gubernamentales de miles de millones de dólares de SpaceX.
El futuro de Elon Musk y sus secretos
La pregunta sigue siendo: ¿hasta qué punto la confianza en Elon Musk está alineada con estrictos criterios de seguridad nacional?
Su genio y su capacidad de innovación son innegables, pero el multimillonario parece ser visto como un “riesgo calculado” en operaciones altamente sensibles.
Mientras tanto, Musk sigue liderando su empresa con estrategias visionarias, incluso sin conocer todos los detalles de cómo impactan sus proyectos en la defensa de Estados Unidos.
Este dilema resalta las complejidades de una industria donde la tecnología, la seguridad y las controversias personales se cruzan de maneras únicas.
¿Cree que el comportamiento de Musk debería ser un factor decisivo para limitar su acceso a operaciones encubiertas?
¡Ciertamente sí! Por otro lado, debería ser destituido de la propia empresa, el dinero no compra la seguridad del pueblo estadounidense. Política a los políticos, ciencia y tecnología a los expertos en la materia.